La pura verdad
Si ustedes lo permiten, prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo motivos para quejarme o protestar: siempre he vivido en la gloria: nada importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado de las cosas de este mundo con inconciencia, dolor, miedo y apremio.
La Justicia de Mendoza condenó este jueves a prisión perpetua a cuatro acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos en esa provincia durante la última dictadura militar, entre ellos el del escritor, poeta y periodista Francisco «Paco» Urondo. La pena máxima, les fue impuesta por el Tribunal Oral Federal mendocino al comisario general retirado Juan Agustín Oyarzábal, al ex comisario Eduardo Smaha y a los suboficiales policiales retirados Celustiano Lucero y Luis Alberto Rodríguez. Las perpetuas fueron aplicadas al ser considerados cada uno de los imputados «coautor mediato penalmente responsable de los delitos de privación abusiva de la libertad agravada, por violencia y amenazas», «imposición de tormentos agravada por la condición de perseguido político de la víctima» y «homicidio calificado con alevosía por el concurso premeditado de dos o más personas», definidos como casos de lesa humanidad. El Tribunal, resolvió además que los condenados cumplan sus respectivas penas en cárcel común.
Francisco “Paco” Urondo nació en Santa Fe el 10 de Enero de 1930. Además de una gran producción poética, escribió cinco obras de teatro, una novela, dos libros de cuentos y ensayos referidos a la situación de la poesía. Fue autor de La Patria Fusilada, un reportaje a los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew de 1972, hecho en la cárcel de Devoto, la noche anterior de ser todos liberados por el gobierno de Cámpora, en 1973.
Paco fue un intelectual que llevaba con pasión su compromiso militante. El decía que buscaba “La palabra Justa”, llevando su compromiso hacia la transformación social.
Nada mejor que esta definición, para sintetizar a este poeta y militante que perseguía la precisión en la búsqueda de las palabras y justicia como objetivo de lucha.
Como hombre de la cultura fue Director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Después, como periodista pasó a ser el responsable político del diario «Noticias», hasta que se clausuró la publicación.
Con una trayectoria artística tan grande, autorizado y respetado, su sola condición le hubiese bastado para suscribir posiciones progresistas y críticas contra el sistema sin riesgo alguno, como lo hicieron la mayoría de los intelectuales de su tiempo.
Pero el asumió la voz del pueblo en su búsqueda de justicia y dignidad, por eso se transformo en una de las víctimas más célebres y más ocultadas de la dictadura.
Durante muchos años se trató de mostrar su asesinato como un enfrentamiento. Hoy sabemos la verdad: que una patrulla lo emboscó y lo masacró a balazos.
Fue asesinado enamorado de la vida, convencido además que seguiría viviendo en “el corazón de una palabra”, porque como el mismo dijo en sus poemas «futuro y memoria se vengarán algún día».
Después de la sentencia, Fernando Rule, militante por los derechos humanos y ex detenido político, indicó que “es un escalón importantísimo, creo que se acaba de producir un cambio en la cultura ético-política en la Argentina, un cambio en el sentido común de la gente. Ya nadie podrá decir no sabíamos, ya nadie podrá cometer estos crímenes.”
Fuente: Oficina de Derechos Humanos Mercedes