Reflexiones en torno al presupuesto municipal, su debate y el rol del Concejo

Por Claudia Lucero

Y nuevamente, como cada año, se discute si es el nuevo Concejo el que tiene que tratar el presupuesto o es el viejo, es decir, la vieja conformación. Esa parece ser una cuestión que indefectiblemente se plantea cada dos años al renovarse el Concejo, discusión bizantina puesto que más allá de quién lo trate importa más bien “de qué se trata” el presupuesto.

Sumado a ello, la cuestión de quién será el nuevo presidente del Concejo, tema que en verdad, no tiene más que cierta relevancia política interna en cuanto a medición de fuerzas. Y que a decir verdad, poco importa a los ciudadanos de a pie, o poco importa en general.

Y volviendo al tema del presupuesto lo cierto es que el mismo “sube” por estas fechas al Concejo (lo de subir es en sentido material ya que el Concejo funciona en el primer piso del Municipio, puesto que ninguno de los dos poderes tiene preeminencia, dado que son –o deberían ser- independientes); por lo general se suele pedir una prórroga porque nunca llega el Ejecutivo a elevarlo en fecha, es decir hasta el 1° de noviembre, por lo tanto, el desconocimiento del mismo es igual tanto como para los concejales que ingresan como para los que se van; más allá de la “experiencia” de los que ya están en estas lides, en cuanto a conocer, no sé si en verdad “conocen” el presupuesto y cómo se ha ido gestando y la decisión de asignar determinados porcentajes a cada área.

Siempre parece que todo se hace sobre el pucho. No obstante, si bien es cierto que esa es una atribución del Ejecutivo, vale decir, del intendente y de cada una de las áreas a su cargo, a los integrantes del Concejo le cabe, por lo pronto hacer un análisis político respecto del mismo. Pero ni siquiera eso se ha escuchado. Parecen faltos de memoria en relación a que año tras año el presupuesto presentado es exactamente un calco del año anterior, cambiando cantidades, se repiten porcentajes y hasta me arriesgaría a afirmar, que también se repiten partidas subejecutadas en las mismas áreas, compensación de partidas para las mismas áreas, ausencia de coraje para invertir en áreas sensibles, y por supuesto, lo que es a todas luces evidente, sigue sin notarse cómo es que se invierte el dinero público, porque –más allá de la propaganda y el “maquillaje cartelístico”, las calles están hechas un desastre, seguimos con los mismos problemas con el agua, el tránsito sigue siendo caótico (más allá de que ahora se les ocurra intensificar el control en el centro), el acceso a la información sigue siendo difícil cuando no imposible, más allá de páginas web agiornadas, la basura sigue siendo el gran problema y del tratamiento integral todo queda en veremos; respecto de la tarjeta SUBE el intendente dice que implementará… así en futuro algo para que podamos obtenerla, cuando se ha dado como fecha límite al transporte el 30 de noviembre para que si no cuentan con el dispositivo viajemos gratis; y todo es así, se hará, se verá, se pedirá… Somos el municipio del futuro simple o condicional, si de verbos empleados hablamos. ¿No da la sensación de que vamos siempre quedando atrás y que todo parece ser mero maquillaje sin sustancia? ¿Cambiará algo esta vez? No se ha escuchado a ninguna fuerza con o sin representación en el Concejo planteos respecto de cómo invertiría los dineros públicos, y cómo; no se han manifestado posiciones en relación a una mirada crítica y criteriosa respecto de cómo estamos, más allá de lo que es por todos conocido y padecido. Pareciera que vivimos en un municipio virtual, donde los anuncios van por un lado y lo real, lo concreto va por otro.

Del presupuesto, en general conocemos las cifras para este año, dado que han aparecido en un semanario local: 1.114.950.000, de los cuales, un 57% se destinarán a sueldos del personal. Una coparticipación de 78 millones, lo que equivales a un 68 % de los recursos, y sólo un 32% de ingresos propios, menos –según se hace notar desde el semanario- que el año 2011, que había sido de un 38%. Lo cual habla a las claras de que este municipio depende, como ya se advirtiera en años anteriores de los porcentajes asignados por coparticipación.

La verdad, no sorprende: cambian los montos pero los porcentajes se mantienen año tras año, con lo que evidentemente el Ejecutivo no da muestras en absoluto de iniciativa para modificar la situación, ni del órgano legislativo para cuestionarlo porque en definitiva se ha aprobado esta manera de hacer política, cuando no avalarlo explícitamente, también año tras año.

Llama poderosamente la atención el monto de 200.000 pesos destinados a la compra de terrenos para planes de vivienda? (Sic) Y 100.000 destinados a la construcción de nichos, lo cual habla a las claras de un evidente desfasaje porque si bien y como decía Borges: “morir es una costumbre que suele tener la gente”; también vivir, lo es, y por ende tener un techo donde “caerse muerto” para usar una frase de cuño popular y por lo que se ve, no es materia prioritaria para este gobierno municipal, más allá del enunciado, tomar en serio la cuestión cada vez más acuciante de la falta de viviendas. De lo que se deduce que muy poco y nada, está previsto hacerse con el tema por el momento.

Idem. Sólo eso bastaría escribir en una copia del viejo presupuesto. En sustancia, sigue siendo lo mismo que el año anterior, y el anterior, y el anterior.

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