Es tan justa la libertad de prensa como lo es la de pensar y de hablar, y es tan injusto oprimirla, como lo sería el tener atados los entendimientos, las lenguas, las manos o los pies a todos los ciudadanos. Es necesaria para la instrucción pública, para el mejor gobierno de la nación y para su libertad civil, es decir, para evitar la tiranía de cualquier gobierno que se establezca.
Sólo pueden oponerse a la libertad de prensa los que gusten mandar despóticamente (…) o los muy tímidos que se asustan con el coco de la libertad, porque es una cosa nueva que hasta ahora no han visto.
Pero quitarnos las utilidades de la pluma y de la prensa, porque de ellas se puede abusar, es una contradicción notoria y un abuso imperdonable de la autoridad, y es querer mantener a la Nación en la ignorancia, origen de todos los males que sufrimos. Sin esta libertad no pensemos haber conseguido ningún bien después de tanta sangre vertida y de tantos trabajos.
(Artículo de Belgrano defendiendo la libertad de prensa, aparecido en Buenos Aires el 11 de agosto de 1810 en el Correo de Comercio).
Instituto Belgraniano