Prof. Mónica Brown
Instituto Belgraniano Filial Mercedes.
El Éxodo Jujeño, ocurrido el 23 de agosto de 1812, fue uno de los hechos más trascendentes en la guerra contra España, no solo para nuestro país sino también para la libertad latinoamericana, y preparó las decisivas victorias de Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta. Fue uno de los sucesos más patrióticos y de mayor coraje popular en toda la larga guerra. Pero no es muy tenido en cuenta.
“Es curioso ver cómo el éxodo es una gesta desconocida o ignorada por la gran mayoría. Uno se da cuenta de esto por el tipo de preguntas que le hacen. Tenemos que seguir machacando para demostrar que la historia argentina también tuvo su página gloriosa acá en Jujuy, acá en el norte, y que una de las regiones que mayor importancia tuvo en esta gesta fue el norte argentino y el sur de Bolivia” afirmó en estos días el Secretario de Turismo y Cultura de Jujuy, Jorge Noceti, en el marco de los importantes festejos jujeños por el Bicentenario del Éxodo.
La palabra éxodo es de origen griego y significa “salida”. Es conocido por todos el éxodo de los judíos: la salida del pueblo judío esclavizado por el faraón egipcio hacia una tierra prometida y de salvación, liderados por Moisés. Salvando todas las distancias, nuestro éxodo jujeño posee una significación similar: un pueblo que rechaza el yugo de la dominación española sacrificando y dejando atrás lo poco que tiene en pos de la libertad, bajo el liderazgo de Belgrano.
Vale la pena entonces meternos en la piel de aquellos simples hombres y mujeres jujeños y recrear el momento histórico para tomar conciencia de su coraje, valentía, desprendimiento y sacrificio.
En marzo de 1812, a pocos días de haber Manuel Belgrano creado nuestra Bandera en Rosario, a orillas del Paraná, el Triunvirato le ordena marchar con sus tropas a Jujuy para hacerse cargo del Ejército del Norte, recientemente derrotado en la batalla de Huaqui. Esta derrota dejaba el norte argentino y el sur de Bolivia en las manos de los ejércitos realistas enviados por el Virrey del Perú, a las órdenes de los Generales Goyeneche y Pío Tristán.
El 25 de mayo estaba ya Belgrano en Jujuy, dónde hizo izar por segunda vez la Bandera Nacional en medio del entusiasmo general. Sabiendo del avance de los realistas hacia Humahuaca y ante la imposibilidad de defenderse decide retirarse hasta Córdoba poniendo en práctica por primera vez la táctica militar de “Tierra Arrasada”. Es decir, retirarse llevándose todo lo posible y quemando o inutilizando lo que uno no se pueda llevar. No dejar nada que pueda servir al enemigo para reaprovisionarse o guarecerse. La orden fue tajante: nada ni nadie debía quedar en la ciudad.
Arengó al pueblo en una proclama el 29 de julio diciéndole: «Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal (el virrey peruano) al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre nosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud. Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres».
Sin hacer comentarios (parte de la clase alta jujeña se quedó escondida esperando la ayuda de las tropas de Tristán) sobre esos “desnaturalizados” que lamentablemente han existido en todas las épocas y pueblos, nos centraremos en la cara opuesta de la moneda: el pueblo.
La alternativa era igual de clara que difícil: retroceder hacia el sur llevándose alimento, armas, ganado, y quemando todo a su paso. Lo más natural es imaginarnos una fuerte resistencia por parte de los pobladores. Pero no hizo falta gran presión para acatar la medida. Aquella gente estuvo dispuesta a los mayores sacrificios si ello ayudaba a la causa de libertad. Siguieron a Belgrano cientos de personas, con lo puesto, en caravana, bajo el frío y el viento invernal, caminando o a lomo de mula, caballo o burro.
El éxodo comenzó los primeros días de agosto con el transporte de los elementos más pesados, y a pesar de tener noticias del rápido avance español, fue una evacuación lenta ya que se transportaron hasta los archivos y documentos de la ciudad y su jurisdicción. Recién el día 23 de agosto inició la marcha el propio Belgrano con ejército y población. En cinco días, militares y civiles recorrieron 250 km.
El 29 de agosto ya han cruzado el río Pasaje. Unos días después (3 de septiembre) la retaguardia patriota, que cubre la retirada frenando a la vanguardia realista permitiendo a la caravana avanzar con cierta tranquilidad, se enfrenta con una parte del ejército de Tristán en el río Las Piedras y lo vence. Finalmente, el 13 de Septiembre Belgrano llega a Tucumán. Se encuentra con que la población, lejos de dejarse llevar por los ánimos derrotistas de esos días difíciles de la revolución, está dispuesta a pelear, a enfrentar al ejército invasor español.
Pero este es otro bicentenario que recordaremos el próximo mes de septiembre…