Mercedes, La Cámpora y las inundaciones en Diario La Nación

Foto: Diario La Nación

El diario La Nación le dedicó una nota más que destacada a La Cámpora haciendo eje en Juan Ustarróz expresando que por algunos es tratado como «si fuera intendente» y mencionando las actividades realizadas por la fuerza política en la ciudad luego de las inundaciones de días atrás haciendo eje en el barrio Marchetti.  Una nota que busca mostrar cómo construye poder el espacio político en lo que llamaron el «caso testigo» de Mercedes.

La nota hace equilibrio entre tonos elogiosos y críticos, menciona a Selva y cómo los venció a pesar de que «medio gabinete vino a realizar actos» en pos de Ustarroz y cómo existe una organización extricta dentro de La Cámpora con amplio nivel de militancia juvenil. Un análisis global que incluyó, según el medio capitalino, tres jornadas de investigación donde efectuó entrevistas y visitas como la realizada a la concejal Inés Ghione. También una radiografía de lo que es La Cámpora.

La Nación publicó la noticia, con foto incluida y mapa de los integrantes, de la siguiente manera:

La Cámpora: militancia de base con las ventajas del poder

Por Paz Rodriguez Niell y Gabriel Sued | LA NACION

MERCEDES.- El agua seguía cayendo y, de a poco, el río se iba tragando las cuadras más bajas del Marchetti, un barrio con calles de tierra, donde conviven perros sin raza, gallinas desplumadas y restos de botellas vacías. Encima de un remolque tirado por un tractor, Matías apilaba lo que le alcanzaba desde abajo Santiago, con el agua por la cintura. El grupo lo encabezaba «Juani», que dos cuadras abajo intentó convencer a la gente de que dejara sus casas. Era la peor inundación desde 1983 y por la noche el agua iba a seguir subiendo.

En este barrio marginal de Mercedes, a Juani lo tratan como si fuera el intendente. «¡Vamos con Juani, este año todos con Juani!», le gritó un vecino, desde la ventana de su casa. Otro, vestido con jogging, lo tomó del antebrazo y susurró: «Juani, ¿no me conseguís tres chapas?» De náuticos y camisa, él respondió: «Ya te dije: presentá los papeles en Desarrollo Social y si cumplís los requisitos, te va a llegar todo».

Juani, de 34 años, es Juan Ignacio Ustarroz, líder de La Cámpora Mercedes, y estuvo muy cerca de ser el intendente. Es el hermano de crianza del diputado Eduardo «Wado» De Pedro, uno de los pocos kirchneristas con acceso a Olivos e integrante de la mesa chica de La Cámpora nacional, organización que en los últimos cuatro años creció exponencialmente hasta convertirse en el grupo más poderoso del oficialismo.

Mercedes es un caso testigo de cómo hace política La Cámpora, que en esta ciudad apostó más que en ninguna otra para hacerse de una intendencia.

Con el apoyo de todo el gobierno de Cristina Kirchner, Ustarroz desafió en las elecciones del año pasado al intendente local, el también kirchnerista Carlos Selva. Medio gabinete nacional pasó por aquí para impulsar la campaña de Juani, que ganó en las primarias, pero no pudo contra Selva en las generales. El intendente sacó un 3% más de los votos y logró su tercer mandato. Desde entonces, la rivalidad de estos dos sectores domina la agenda política de Mercedes.

Los pedidos de los vecinos a Juani son cosa de todos los días. No es para menos: en los últimos dos años, La Cámpora ubicó algunos de sus hombres más importantes a la cabeza de todas las delegaciones locales de los organismos nacionales de asistencia social. Ustarroz es jefe regional de Anses; Santiago Bereterbide, otro dirigente de La Cámpora local, es director del PAMI. La agrupación también maneja el Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), una filial local del Ministerio de Justicia, y tiene personal en el Centro de Referencia (CDR) local del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

Con esos nombramientos , La Cámpora consolidó un modelo de militancia juvenil que los convirtió en la fuerza política más activa de la ciudad y que se replica en otros distritos: un trabajo territorial muy intenso, con la estructura del Estado nacional a su disposición. En paralelo al poder municipal actúan como los representantes del gobierno central.

Wado y Juani son de una familia con muchos años en Mercedes, los Révora. La madre de Wado, Lucila Révora, y su marido desaparecieron durante la última dictadura. A Wado lo crió la madre de Juani, Estela Révora. En los últimos años, varios de la familia accedieron también a cargos públicos. Silvia Révora, también tía de Wado, es subsecretaria de Ambiente de la Nación; Santiago Révora (primo) es secretario de Coordinación del Senado y trabaja con Amado Boudou; Gerónimo Ustarroz (hermano de Juani) es director general de administración del Ministerio de Justicia, y Alberto España, casado con otra de las Révora, diputado provincial.

«En Mercedes, La Cámpora es un enorme poder paralelo con muchísimo dinero», dijo a LA NACION la concejal radical Inés Ghione. «Al intendente le cortaron todos los víveres y el otro día llegaron ocho camiones con cosas de Desarrollo Social que repartieron ellos.» Según Ghione, lo «preocupante» es «el fanatismo». «Generaron una división muy fuerte en la parte más joven de Mercedes. Lo veo con los amigos de mi hija: ellos dicen que Néstor y Cristina son lo único y que todos los demás mienten. Los chicos entran por lo social y muchos se esperanzan con promesas de trabajo. Los otros los acusan de lavado de cerebro.»

Las críticas más duras a La Cámpora las mascullan los dirigentes cercanos a Selva. Pero el jefe comunal, hoy aliado con Daniel Scioli, y sus concejales se cuidan de hacer públicos esos cuestionamientos.

«El intendente se la pasa diciendo que somos nenes bien», se quejó Matías Dematei, dirigente de La Cámpora de Mercedes. Quienes no los quieren los acusan de ser «chetos del San Patricio», colegio tradicional de la ciudad. «Para empezar, no somos nenes, yo tengo cuatro hijos, y hacemos laburo de base. Juani camina los barrios todos los días desde hace muchos años.»

Otro militante lo resumió así: «En la ciudad, ellos dicen que somos zurdos; en los barrios, nos acusan de chetos». Y explicó que una de las misiones de la agrupación es asegurarse de que los programas del Estado nacional le lleguen a todos los que le tienen que llegar. «Dicen que repartimos cosas en camiones, pero en realidad nosotros, aprovechando que somos muchos, le dimos una mano a Desarrollo Social para hacer el relevamiento.»

Matías, de 37 años, y su compañero charlaron con LA NACION mientras volvían, arriba del tractor, de las cuadras más inundadas de Marchetti. «Ahí viene el camión de la municipalidad. Seguro que se enteraron que están ustedes», nos gritó uno de los chicos de La Cámpora, con una media sonrisa, desde la esquina. «Peleamos con todo el aparato municipal, pero somos cada vez más -dijo-. Confiamos en este proyecto de Cristina y lo vamos a seguir haciendo.»

Esta breve charla fue una excepción durante los tres días que LA NACION pasó en Mercedes. Pocas horas después de la llegada a la ciudad, los cuatro concejales de La Cámpora recibieron la instrucción de no atender a estos cronistas. Se las impartió Juani, que, con tono amable, se disculpó y se negó a brindar hasta el detalle más insignificante. En una muestra de la organicidad y del verticalismo que distinguen a La Cámpora, en adelante la decisión de no hablar se cumplió sin fisuras.

Para conocer la rutina frenética de la agrupación basta con visitar su página de Facebook. Algunas actividades son netamente partidistas, como los «talleres de formación política», o solidarias, como ayuda en barrios afectados por un temporal. En otras, la organización actúa como una extensión del Estado nacional, como cuando sus militantes se encargaron en marzo pasado de la entrega de la tarjeta SUBE. El trámite podía hacerse, sin distinciones, en las delegaciones de Anses, en el CAJ y en la unidad básica de La Cámpora.

Todos los miércoles a la tarde, ese local, cargado de imágenes de la Presidenta y del Nestornauta, cobra vida. La vereda se puebla de motos y bicicletas. Unas 70 personas participan todas las semanas de un plenario que encabeza Juani. La agrupación también convoca allí a los estudiantes secundarios, por medio de reuniones que se hacen una vez por semana, a la salida del turno tarde. «La única lucha que se pierde es la que se abandona», es el mensaje estampado en letras gigantes en una pared blanca. Escrito a mano y pegado en una columna, otro sentencia: «Si ensuciás y no limpiás, es de burgués. Ordená lo que ensuciás».

La agrupación tiene una política activa para sumar cada semana nuevos militantes, con invitaciones abiertas para participar de tareas sociales.

Los pilares del trabajo territorial de La Cámpora, principal vía de ingreso a la organización, son los centros de alfabetización y apoyo escolar que tiene en siete barrios.

En Marchetti, atiende el comedor Los Pampitas. Hace diez años, cuando Kirchner aún era gobernador de Santa Cruz, en ese galpón hoy pintado de amarillo, en medio de un descampado, comenzó a militar el grupo de jóvenes que después se convertiría en La Cámpora.

Ahí también se gestó una murga, que hoy reúne a 150 personas de todas las edades y que en sus bombos llevan estampadas imágenes de Néstor y de Cristina Kirchner. Se llama Inundados de Promesas.

RADIOGRAFÍA

Historia . La Cámpora nació en diciembre de 2006. Creció en el conflicto con el campo, y dio el gran salto tras la muerte de Kirchner.

Ejes centrales. Sus integrantes son jóvenes y declaran su lealtad absoluta a la Presidenta. Se lanzaron a una fuerte política territorial.

Líderes. Máximo Kirchner incide en las decisiones centrales. El diputado Andrés Larroque es el secretario general.

Poder. Desde el año pasado, dirigentes de la organización ocupan altos cargos en casi todos los ministerios del gobierno nacional.

Comunicación. Sus dirigentes no tienen contacto con los medios que llaman opositores. Los militantes lo cumplen a rajatabla.

Cargos electivos. 9 diputados nacionales, 5 diputados y 3 senadores de Buenos Aires. Bancas en otros seis distritos.

DE LAS BASES A LA CÚPULA

LA NACION estrena con esta nota una serie de artículos que contará cómo se hace política en la Argentina. Cada semana se develarán historias, personajes, debates y reglas de funcionamiento de una agrupación. Su militancia en la base y sus conexiones con la cúpula del poder. Se incursionará en submundos con otros códigos, como los gremios y los centros de estudiantes. A partir de historias particulares, surgirán las claves de la militancia en el siglo XXI.

 Se puede leer la noticia aquí reflejada en: http://www.lanacion.com.ar/1504738-la-campora-militancia-de-base-con-las-ventajas-del-poder

 

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