Las siguientes palabras fueron leídas por Alejandro Molle en el momento del último adiós a Miguel Demergasso, periodistas en nuestra ciudad, en el espacio del cementerio local.
Palabras de Alejandro F. Molle despidiendo a Miguel Demergasso
Que difícil es expresar un par de palabras cuando a un amigo viene a despedirse en este camposanto.
Si. Es así. Con Miguel nos unía una pasión: el periodismo.
El era un profesional, mientras que de mi parte no paso de un mero gacetillero.
Miguel tenía un don: escuchaba un poco y raudamente picaba a redactar ya sea la noticia de un choque, una visita de político, la inauguración de una obra, etc. No era de los que permanecían hasta el final de un acto esperando el sandwich o la palmeada salamera. Miguel hacía su trabajo. Los años de labor le permitían escabullirse a destiempo, sin embargo al día siguiente en La Hora o en su espacio Hoy Mercedes estaba completa la crónica con moño y todo.
Miguel nunca fue cooptado por el poder de turno. Era sabio, a sabiendas que moviéndose en forma independiente su futuro en el periodismo estaba asegurado.
Miguel iba de aquí para allá con su bicicleta que, dicho sea de paso a una de ellas un tanto destartalada se la robaron y lo dejaron de a pié.
Otro extinto periodista como fue don Santos del Olmo, solía decir una frase que en Miguel le cabía al dedillo: “Muchacho, son cosas de la militancia”.
Quienes hemos compartido innúmeras “tenidas” gastronómicas y bien regadas, lo escuchábamos en silencio con sus primicias o anticipados datos. Solía tirar algún que otro “cuetazo”. No se inmutaba, porque sus fuentes – que a veces luego no las sostenían – era fidedignas. No era un creador de falacias, sino un periodista, independiente, creativo y veraz. Reclamos como a muchos tuvo en su trayectoria, empero por su forma de ser no lo hacía por maldad, sino por informar, aunque le pesara más de un disgusto, una mirada displicente o se lo difamara. Y lo digo con sobrado conocimiento.
Miguel, nos aventajaste en el camino a la eternidad para estrujarle a Dios, nuestro Padre, alguna que otra primicia. No se si debería haberte traido una lapicera, grabador o tu compu, ya te las arreglaras como con alambre lo hacías con tu bicicleta. Miguel llegó tu descanso terrenal, ahora te tocará proseguir en el cielo.
A tu familia que Dios los conforte y los abrace fuertemente.