Por Luciano Demergasso
Se conmemoran los 30 años del retorno de un presidente constitucional y la democracia a nuestro país. Se hace, lógicamente, en contra posición a la dictadura que en 1976 rompió el normal desarrollo institucional del país, pero que venía actuando por lo bajo con la Triple A.
La democracia, dentro del capitalismo, es la mejor forma de vida que podemos tener, siempre que se despliegue socialmente el Estado de Bienestar. Aclaramos que en el capitalismo porque es el contexto socio histórico que nos toca vivir el cual es en esencia arbitrario.
La última dictadura Cívica Militar dejó el país devastado, a pesar de los fanáticos que creen hallar algo positivo, como la mano dura en las calles. Logró cambiar la estructura económica, romper relaciones sociales y culturales, crear un estado de terror amplio y profundo, endeudar el país y hacerse cargo de compromisos de privados, beneficiar a los grandes grupos económicos concentrados facilitando la creación y ampliación de monopolios, destruyó los lazos del Estado de Bienestar en Argentina, generó un campo propagandístico pro mercado impecable, desapareció, secuestró y asesinó seres humanos. Todo ello acompañado por miembros de la sociedad civil, empresarios y la iglesia que lógicamente obtuvieron sus beneficios.
La democracia debió vivir 30 años para empezar a reconstruir una realidad colectiva, más humana y pensada en la sociedad toda. En estas tres décadas también hubo expresiones profundas en beneficio de los poderosos, como la implementación final del neoliberalismo en la década del noventa, exposición culmine de las instancias creadas en los setenta a base de balas y sangre. Fue la década de Thachet, Reagen y la Nueva Derecha que en Latinoamérica tuvo su correlato en dictaduras militares: Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay. Sólo así en estos países se lograría implementar un estado despojado de compromiso social.
La democracia se construye cotidianamente. Con la ley de medios y de identidad de género, con la de matrimonio igualitario, YPF y Aerolíneas, con Conectar Igualdad y Tecnópolis, con las bases sentadas de Alfonsin y toda su lucha contra el aparato represivo, físico y simbólico, militar y económico activo que tanto daño le hizo, con partidos políticos que poco lo ayudaron y con los medios de prensa en contra. Se construye con la escuela, con Madres y Abuelas, con las internas políticas, con las universidades comprometidas con las comunidades de influencia y la ciencia, se construye, básicamente, con la pluralidad ideológica y la denuncia de los que están mirando a los poderosos y no a los necesitados. Día a día, y, como diría el hombre al que la historia absolverá, con una batalla de ideas que dura las 24hs.
