Por Juan Ignacio Ustarroz //
El 13 de marzo de 2013 los argentinos asistimos, emocionados, a un momento inolvidable: la consagración de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa. El Papa Francisco.
El primer Papa no europeo de la historia era –es- argentino. Nuestro Papa.
Hoy, a un año de aquel día brillante, el recuerdo de algunas de sus frases nos indica que estamos en el camino correcto: el de la inclusión, el de la ampliación de derechos.
Francisco dijo, entre muchas otras lecciones: «Me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra”.
Dijo también: «La palabra ‘solidaridad’ está un poco desgastada y a veces se interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad”.
Y también: “Los jóvenes tienen que salir a la calle, hacerse valer. Hagan lío”.
Formamos parte de un proyecto político que se sostiene en muchos de los señalamientos que nos viene haciendo el Papa Francisco. “A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”, dijo alguna vez Néstor Kirchner. “Mientras haya un pobre en la Patria, estaremos en deuda”, resaltó hace pocos días nuestra Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Hay muchas cosas por corregir, está más que claro. Pero también son muchas las cosas que están mejor y que, como nos enseña Francisco, apuntan a la búsqueda de un país más justo, una sociedad más igualitaria, tratando de proteger a los que menos tienen.
Un proyecto que entiende, en definitiva, que “la Patria es el otro”. Y que la felicidad del otro es la que nos garantiza o nos permite la plenitud como individuos y como pueblo.
Juan Ignacio Ustarroz
Frente Mercedino para la Victoria