El Comité de la UCR celebra que un nuevo nieto encuentre a su abuela. Y si ese nieto es el de de Estela de Carlotto, le agrega un componente emocional adicional. La perseverancia en esa causa justa, el sueño de que todas las mamás de desaparecidos pudieran encontrar a los nietos nacidos en cautiverio y arrancados de los brazos de sus padres, tuvieron la mejor recompensa posible.
Que esa abuela pueda abrazar a su nieto después de más de treinta y cinco años de búsqueda, fue posible por la tarea ejemplar de Estela de Carlotto, de las Abuelas y por el compromiso de argentinos de bien que decidieron apostar por la verdad y la Justicia, y por una vida democrática ambiciosa, cuando muchos creían conveniente amnistiar y borrar la memoria.
En 1985, el presidente Raúl Alfonsín hizo lugar a un pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo, y asignó dos fiscales a investigar específicamente el secuestro de bebés durante la dictadura. Dos años después, el mismo Presidente dispuso la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos.
Dicha iniciativa se materializó en 1987 por Ley. El banco es un archivo de información genética de familiares de miles de personas secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura militar.
Cuando fue creado, se buscó garantizar la obtención, almacenamiento y análisis de la información para esclarecer delitos, identificar víctimas y restituir identidad a niños apropiados durante la dictadura.
Alfonsín no vio en los derechos humanos una taquilla. Lejos de eso, entendió que sin resolver el pasado, no podríamos construir una democracia sólida.
Sin la decisión de ese hombre, muchas de estas 114 historias de felicidad y encuentro no habrían tenido esa feliz posibilidad de encuentro con sus familias biológicas, y sin su intervención la Argentina sería, sin dudas, un país con una enorme deuda con sus hijos.
Cuando pensamos en la diferencia entre un gobernante y un estadista, aquí tenemos un ejemplo irrefutable. La decisión de Alfonsín sigue rindiendo frutos treinta años después.
Fuente: UCR