Por Claudia Landini |
La posibilidad de informarse con elementos no tóxicos se hace cada vez más difícil, aunque esto sea así desde el momento mismo en que existe la prensa. Resulta ser más puro para el sujeto leer directamente los periódicos con manifiesta intencionalidad que los auto denominados independientes, podridos en ideología, economía, política e intereses cruzados. El caso Ninan, la presidencia, el empresariado y las distintas varas de medida.
El ruido
La llamada marcha del silencio fue tremendamente ruidosa. Puso sobre las calles capitalinas el ruido de los pasos de la derecha vernácula y el poder concentrado: fiscales y justicia arraigada, Sociedad Rural, Industriales, Empresariado y políticos serviciales donde las fotos sonrientes parecían más de un día de plaza y jolgorio que el recuerdo de un muerto, una suerte de funeral colectivo. Fue el ruido de los sectores mediáticos asociados a la justicia, con sus negocios en el campo y las especulaciones con el dólar. Son los mismos silenciosos que no hicieron ruido cunado casi 40 personas murieron en la crisis político institucional del 2001. El silencio, tan ruidoso que ensordece, parece un ultrasonido para desinfectar un gran insecto llamado “Estado de Bienestar”.
Sin las botas ni los votos
Los políticos que toman el té en la Embajada norteamericana y almuerzan en la mesa de la longeva conductora buscan los votos para echar a un gobierno que extendió los brazos del Estado de Bienestar como nadie en los últimos 60 años del país. Antes tenían las botas negras manchadas de rojo vida que hacían el trabajo de la burguesía golpista. Hoy, sin unos ni otros, apelan a elementos contaminantes de otro orden: la desinformación y las pornográficas mentiras que más de uno consume naturalmente. Nadie marchó por las víctimas de la AMIA ni de la Embajada pero si por el fiscal que en 10 años no avanzó, guardándose una débil presentación curiosamente para los últimos meses de gobierno de una presidenta que asumió con el 54% de los más populares votos, esos que no viven en Le Parc, no tienen llamadas de la SI, que no asisten a la Embajada, manejanm un Audi o vacacionan en el exterior.
Convocantes
Los convocantes, esos fiscales de la Nación, merecerían recibir el ojo agudo de la población. Parece ser que no son más que seres humanos con sus historias detrás plagadas de necesidad de explicaciones. Para decirlo más fácil: amigos del poder, con poder y en pos del poder. Deberían, los marchantes, preguntarse detrás de quién marcharon o pensar dos veces antes de encolumnarse. Estos mismos se callaron de los otros muertos, de la AMIA y la Embajada de Israel durante los últimos 20 años. Curiosidad. Algunos con fuertes críticas de los familiares de las víctimas.
Números
Es físicamente imposible en la cantidad de metros y cuadras que se marchó reunir la cantidad de personas que diarios como Clarín o La Nación expusieron en base a la policía Metropolitana. Ni los 50.000 de la Federal ni los 400/500.000 de la fuerza de seguridad de la Municipalidad de Buenos Aires. Estudios serios, opositores al gobierno, expusieron entre 70.000 y 90.000 la cifra. Que no es poco, para nada poco.
Leer
Los medios están enfilados. Son todos multimedios escaseando las opciones. Cada diario tiene adosado al menos un canal de aire, una radio Am, una Fm, un canal de cable, uno o más sitios de internet y repetidoras en el interior de la profunda Argentina. Son expresiones corporativas. Nos queda la imperiosa necesidad de utilizar cada vez más nuestro raciocinio y contrastarlo con la realidad desde un ejercicio crítico, de lo contrario, actuaremos en el espejismo que genera el consumo de información intoxicante, como una alucinación casi deseada.