(El Civismo) Carlos Mosso, referente de la Comisión de Usuarios Viales e integrante de la Comisión de Vecinos de Mercedes Contra el Peaje, se refirió a la situación de la autopista. “Decidimos organizarnos porque creíamos que no podíamos pagar por un servicio sin existir su contraprestación”, sostuvo.
Carlos Mosso es uno de los referentes de la Comisión de Usuarios Viales e integrante de la Comisión de Vecinos de Mercedes Contra el Peaje. En diálogo con EL CIVISMO, analizó distintos aspectos de una lucha que se inició con la concesión de la Ruta 5.
– ¿Cuánto hace que están trabajando como grupo de vecinos?
– Hace 25 años, cuando se instaló la cabina de peaje en Olivera, con Nuevas Rutas y el primer negociado de Menem, decidimos organizarnos porque creíamos que no podíamos pagar por un servicio sin existir su contraprestación. No se puede pagar la luz sin servicio eléctrico en tu casa.
– ¿El reclamo comenzó al mismo momento que la concesión o transcurrido un tiempo?
– Directamente cuando se instaló la cabina de peaje entendimos que la lógica era primero hacer la obra terminada y después que te empezaran a cobrar por ese servicio. Es de sentido común. Hace más de 20 años que está la autopista iniciada pero no terminada en los tres kilómetros de Luján. Por eso los vecinos de Mercedes no pagamos peajes en cuanto a la categoría de autos. En ese momento el peaje costaba tres dólares, que luego al pasarse a pesos era bastante plata pero no se notaban los avances. La lucha sigue porque la autopista figura de 30 kilómetros entre Luján y Mercedes y no está terminada.
– ¿Cómo analizan lo ocurrido en la primera etapa de concesión?
– Uno analiza que esto empezó siendo un negociado entre el gobierno de turno que impuso lo que nosotros consideramos como un impuesto al camino, algo que va en contra de la Constitución. Y más en este caso donde no hay caminos alternativos. Un intendente fallecido de Mercedes nos negaba la posibilidad de pasar por un camino alternativo de tierra para esquivar la cabina de peaje. Nosotros habíamos puesto carteles identificando el camino alternativo para no pagar peaje. Esos carteles eran sacados para que la gente no supiera y se viera obligada a usar la autopista sin terminar y pagar peaje. Acá llegamos a movilizar 200 ó 300 personas por la bronca que se sentía. La lucha es larga, hemos tenido amenazas y vecinos con denuncias penales.
– ¿La empresa concesionaria fue cambiando de nombre pero se trató siempre de la misma firma?
– Lo que se hizo fue cambiar de firma. Cuando los contratos no se cumplen, el Estado Nacional tiene como única herramienta de sanción la multa. Los directivos son los mismos, lo que se hace es cambiar el nombre. Hubo un contrato hasta 2008. Después se hizo otro y a finales de 2013 logramos que se hiciera uno nuevo por cuatro años. Hasta el 2008, la empresa H5 no cumplía y decía que con la recaudación del peaje no podía hacer obras porque no le alcanzaba la plata, algo que no me consta. El Estado Nacional interpretaba que sí debía realizar la obra porque el contrato se había firmado en esos términos. En ese tira y afloje, la empresa incumplía y el Estado sancionaba. En 2012 la empresa tuvo una deuda de 10 millones de pesos. Retomamos las movilizaciones, nos contactamos con actores políticos cercanos al gobierno y logramos dejar sin efecto el contrato vigente por 30 años que se había otorgado en 2008 a esta empresa que ya incumplía, y se hizo uno nuevo por cuatro años, con una nueva modalidad que consiste en que Vialidad Nacional se hace cargo de las obras y la empresa del mantenimiento y recursos humanos. También se estableció que la empresa cobre a medida que avance con la ejecución de las obras, cosa que es muy positiva porque antiguamente se pagaba pero las obras no se veían.
– ¿Cuál es el origen de la firma concesionaria actual?
– A la anterior firma se sumaron accionistas de la autovía Buenos Aires – Los Andes, que es la que está haciendo la extensión Luján–Giles. Es una de las empresas que mejor viene trabajando en el país. Quedaron algunos directivos de la concesionaria vieja, además de los empleados y las máquinas.
– Al menos en los primeros años de la concesión, ¿el Estado abonó a la empresa el dinero para hacer la autopista?
– Si firmás un contrato quiere decir que la plata está. Después uno no tiene acceso a determinadas cosas. Es lamentable porque nosotros hemos pedido expedientes y contratos y nunca tuvimos acceso a esa documentación. Más allá de lo que figura en las páginas oficiales, uno no conoce el tema del pago y los modos, algo fundamental para saber si el problema es de la empresa o del Estado que no paga.
– En este último contrato ya existen varios plazos incumplidos. ¿Tienen información sobre las razones de esas demoras?
– La explicación más coherente es que Vialidad no le bajó la plata a la empresa. Esto es un negocio. La concesionaria no pone dinero si no sabe que va a ganar dinero. No digo que las empresas sean la Madre Teresa, muchos años hemos padecido las irregularidades de la propia empresa concesionaria. Lo que se hizo hasta ahora es la repavimentación entre Olivera y Jáuregui, que todavía se está terminando de manera muy lenta, realizado con fondos de la empresa y de Vialidad Nacional.
– En los últimos años se han realizado obras viales importantes en otras rutas, mientras que la realidad de la Ruta 5 prácticamente no cambió. ¿A qué atribuye esa situación?
– Lo primero que hay que decir es que nos tocó una empresa que realmente se portó muy mal e incumplió con los contratos. Después existieron trabas. Por ejemplo, sin la obra de hidráulica que está avanzando ahora en Luján desde la UNLu hasta el arroyo Lanusse nunca se va a poder conectar el Acceso Oeste con la Ruta 5. Desde Vialidad nos planteaban las dificultades con el Ejecutivo de Luján y los vecinos involucrados, porque la obra pasa por terrenos fiscales y otros que son privados, terrenos como en el caso del señor Naveira que tiene un emprendimiento en donde desemboca el arroyo Lanusse. Al momento, el señor Naveira no firmó el compromiso para dejar que la obra continúe. La obra viene avanzando, pero durante años el Ejecutivo de Luján estuvo dormido. También es cierto que se podría haber avanzado en otras cosas. Podías tener frenada esa obra pero se podía avanzar con otras. Faltan 500 metros para llegar a la Ruta 47 y en algún momento se les planteó que hicieran ese tramo para evitar el paso por la Hostería. Eso nunca se hizo. En la actualidad, según el contrato vigente, se tendría que estar viendo la culminación de la autovía entre Mercedes y Chivilcoy, pero no se movió un metro de tierra.
Entrevista publicada en Bisemanario «El Civismo», de Luján.