Por Luciano Demergasso
Un año más volvemos a escuchar los reclamos de ciertos sectores políticos solicitan el Te Deum se realice en Capital Federal, en lugar de Luján. La idea que está en el fondo es buscar que la Presidencia de la Nación silenciosamente oiga las críticas que el representante de la iglesia católica le haga al poder de turno. No a gobernadores o intendentes, sino, al Presidente. Es una cobarde manera de que alguien con mayor aceptación social ponga en incomodidad a un gobernante. De Alfonsín a ésta parte se utilizó, por la prensa y políticos, como un cachetazo grosero emanado por una institución que debería también recibir fuertes cachetazos.
Centralismo
El sólo hecho de dar exclusividad al Te Deum a la Catedral de la Capital Federal muestra un centralismo cultural de dimensiones. Nuevamente la idea de que el ombligo argentino es la ciudad de Buenos Aires. ¿Acaso no es posible realizarlo en el interior del país? No sólo los políticos lo ven así, sino también la propia Iglesia. Peor aún es la porción de la población que adhiere acríticamente.
Exposición
Los medios de interpelación masiva son los primeros fogoneros. Lo que desean es la imagen, el gesto, el título, la crítica desde la iglesia al poder gubernamental. No el debate. Las mismas frases se repiten, como de manual, articuladas por palabras claves: oírse, división, pobreza, humildad, corrupción. Verdades de Perogrullo que ni la iglesia ni sus reproductores cumplen.
Presentan
La iglesia católica es presentada como elemento moral y cultural digno para criticar. Hablar de pobreza, de justicia, de corrupción, de mezquindades. Es la voz ideal para cuestionar que utilizan aquellos que moral, humana y políticamente no pueden: medios, poderes concentrados y políticos. Debería tenerse un poco más presente que actualmente esa misma iglesia oculta sus archivos sobre su complicidad con los crímenes de lesa humanidad padecidos en nuestro país, que tiene un destacado staff de curas pedófilos, que son sospechados de manejar empresas y negocios y que reciben millones de pesos anuales para su manutención que todos los argentinos aportan, incluso los que no adhieren. Lejos de un baño de humildad, con su brillo y vanidad, se posa por sobre el resto, con su habitual soberbia.
Repensar
Tal vez sea necesario pensar si la tradición del Te Deum tiene sentido en el actual contexto. Quizás debamos deliberar en la posibilidad de finalizar tamaño proceso de tradición y exposición que uno de los principales aparatos ideológicos que existen despliega, con la pomposidad y artilugios de otra época. Evaluar si Buenos Aires ciudad es el centro del país y si las voces de la iglesia que tanto esperan la prensa y los políticos son tan probas como para decirnos qué debemos hacer como sociedad, país y electores.