Por Nahuel Lanzillotta – Clarin – El volante, autor del gol ante Colombia, redondeó el partido que todo futbolista sueña y apoyó con fuerza a Martino: «Somos los jugadores los que tenemos que respaldar al técnico. Es hora de respetar los proyectos», sentenció.
¿Habrá soñado alguna vez un partido así Lucas Biglia? Seguro que sí. Todo jugador de fútbol sueña con el mejor partido de su vida. Ese que alguna vez -anhela- le va a llegar. Ese en el que le sale todo lo que intenta, en el que se convierte en el SEÑOR (sí, todo en mayúscula) del equipo. Ese partido perfecto, en el que no hay errores y con solamente tocar la pelota se siente esa magnífica y placentera sensación de que todo, absolutamente todo, va a salir bien. Claro que lo habrá soñado Biglia. Lo que quizás no se imaginaba es que justo se le iba a cumplir el sueño de todo futbolista aquí, en Barranquilla, en un clima sofocante por el calor, por la humedad y por los malos resultados que arrastraba la Selección en estas Eliminatorias rumbo al Mundial de Rusia 2018.
El volante de la Lazio, seguido de cerca por el Real Madrid (¿será verdad que hará una oferta de 30 millones de euros por él?), jugó para un 10. Porque, además de disponer a su parecer de los tiempos del partido entero ante la Colombia de José Pekerman, inició y culminó el gol que le dio el primer triunfo a la Argentina en este largo proceso clasificatorio al máximo torneo de fútbol del mundo.
Ahí, en el círculo central (su lugar en el universo) le dio el primer pase a Ever Banega, quien la abrió por la derecha para el desborde de Ezequiel Lavezzi. El Pocho tiró el centro por abajo, Cristian Zapata pifió el despeje y Biglia (sí, Biglia) llegó para empujarla en el área chica, casi abajo del arco. Ese, fue su estreno en la red con la camiseta de la Selección en 38 presentaciones oficiales.
“Somos los jugadores los que tenemos que respaldar al entrenador, que confía en nosotros y no cambió la ideología del juego por más que habíamos perdido un poco la confianza”, dijo el rubio volante sobre la continuidad de Gerardo Martino, que después de la victoria en Colombia quedó más que confirmada. Y fue aún más claro en sus conceptos: “Es hora de respetar los proyectos. Tuvimos a un gran entrenador como Alejandro (Sabella), que se fue y no hubo respaldo. Respaldemos a Gerardo, que está haciendo las cosas bien, como se vio en la Copa América. De a poquito las cosas van a ir mejorando”, fue el mensaje del mejor jugador de la Selección en la caliente tarde de Barranquilla.
El gol fue clave, claro que sí. Sin embargo, su calificación sobresaliente no se basa en su primer grito en celeste y blanco. Cortó y distribuyó. Casi todos los balones pasaron por sus botines a la hora de organizar la transición defensa-ataque. Cuando tuvo que dar miedo, metió con vehemencia y siempre salió ganador en la marca. Anuló a James Rodríguez. Y cuando tuvo que enamorar, vistió su juego de elegante sport con pases certeros a destinatarios inequívocos.
“Lo de Lucas ya no es una novedad; es una gran realidad. Desde el Mundial hacia acá ha demostrado con grandes actuaciones y me pone muy contento por él”, lo elogió su compañero, el capitán Mascherano. Todos coincidieron.
Ayer, en estas tierras colombianas, no hubo lugar para la discusión: Biglia fue el mejor. Y tuvo el mejor partido de su carrera. Ese con el que habrá soñado cuando pateaba en las canchitas de Mercedes, provincia de Buenos Aires, cuando era un pibito. Ese que se habrá imaginado también cuando le tocó usar la camiseta de Argentinos Juniors al dar sus primeros pasitos en la elite del fútbol argentino. Ese partido que también siguió soñando cuando se empilchó de grande con la camiseta de Independiente. O cuando dio el salto a Europa. Ese partido soñado se le cumplió con la mejor ropa de todas, la celeste y blanca, la de su Selección.
Reviví un gol
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