Por Oscar Dinova / El pasado Jueves 21 fui invitado por el Área de Ciencias Sociales del Centro Educativo para la Producción Total para dar una Charla-Taller sobre la historia de las escuelas de alternancia. Esta interesante iniciativa se realizó en el marco de los 25 años de la creación de la institución mercedina.
En esta oportunidad decidí desarrollar el tema del surgimiento de las escuelas de alternancia, desde sus comienzos hasta la llegada de las mismas a América Latina y por supuesto nuestro país.
Frente a mí, docentes participativos y jóvenes entusiastas de primer y segundo año que disfrutaron, intervinieron y acompañaron la charla con la chispa de la juventud y el respeto que se les inculca desde el primer día en esta escuela secundaria rural que enaltece nuestra oferta educativa local y zonal.
Es que estos chicos y chicas se benefician de un sistema de características excepcionales que nació hace casi 80 años en Francia (se cumplen el 17 de Noviembre del próximo año).
Acompañado de sabrosas anécdotas, fui desgranando el maravilloso origen de la primer escuela;
Un padre, (Jean Peyrat), preocupado porque su hijo estudiase más allá de la pequeña escuela primaria de un casi minúsculo paraje rural del sudoeste francés llamado Serignac-Peboudou. Un cura, (Pierre Granereau) a cargo de la parroquia del lugar, que ve una inmensa oportunidad abrirse delante de ellos. Sólo quedaba aferrarse a la misma y avanzar decididamente. Año 1935.
Juntos, elaboran la idea esencial, el método de trabajo escolar, la forma de financiarlo, su organización jurídica, las personas a cargo, etc. Un papá agricultor y un párroco de campaña concibieron y crearon el lugar para educar a los hijos de los campesinos. Delante, mil dificultades, pero una fe para… ¿mover montañas? No, para construir montañas. Eso es exactamente lo que hicieron.
Durante dos años trabajaron en la misma parroquia, con una matrícula de 4 alumnos y un solo “profesor”; el mismo cura, que obviamente cubría varios roles a la vez. Quedaba por solucionar el método pedagógico; nadie era docente de carrera. Entonces, este hombre de fe acudió al sentido común; los primeros alumnos investigarían el medio que los rodeaba, sus historias y problemáticas habituales. Luego, ya en el aula, utilizarían esos insumos para escribir, sacar cuentas y reflexionar sobre los valores existentes. Tierra, historia del medio rural, producciones, matemáticas y lecto-escritura se fueron combinando al calor de la convivencia semanal. El pequeño grupo de alumnos, lejos de ser una limitación se convirtió en la pieza clave para hacer experiencia y lanzarse luego al gran camino.
Dos años después, (1937) fundan en Lauzun (a pocos kilómetros de la capilla-escuela original) la primera Maison Familiale (escuela de alternancia) del mundo, con una casa comprada y refaccionada por los padres de los ya 20 alumnos dispuestos a emprender una maravillosa aventura; la de la educación.
En 1945, eran 65 escuelas, (atravesando la Francia ocupada de la 2da Guerra Mundial), en 1960, 300 establecimientos y hoy ya poseen más de 550 Centros Educativos, acompañados de otros de formación docente e investigación académica. Pero además, en los ´60 se instalan en Italia, España y África. Hacia el fin de la década llegan a Brasil y Argentina. Se han convertido en una organización nacional primero e internacional después. Siempre conducida, desde la primer escuela hasta las AIMFREO (Asoc. Int. de Maisons Familiales) por los propios padres y dirigentes agrarios. El Estado francés los acompaño permanentemente, sin desplazarlos de ese rol protagónico.
En Argentina, las escuelas de Alternancia van a bifurcarse en dos grandes líneas, unas pertenecerán al esquema estatal provincial y otras no. Pero esto será tema de otra charla; la Alternancia en Argentina y en la provincia de Buenos Aires, además del origen detallado del CEPT Nro 4. ¡Volveremos entonces!
Sin darnos cuenta tres largas horas habían pasado. Me despido de estos pibes increíbles y sus profesores Marisa Osácar y Mario Alday. Les agradezco su invitación y los felicito por mantener siempre viva la memoria de los fundadores de esta modalidad de enseñanza simple, eficaz y querible. Como lo fue el Padre fundador, Granereau, que se despidió de la vida a los 103 años habiendo dejado en pie, todo un sistema para que las familias rurales tengan un lugar donde enviar a estudiar a sus hijos y formarse como personas. Algo que lo debe haber llenado de orgullo en su larguísima y provechosa vida, como orgullosos estamos del CEPT Nro 4 de Mercedes.
Por Oscar Dinova
Prof. Rural Jubilado, Escritor del libro:
Escuelas de Alternancia, una experiencia de vida y primer Director del CEPT Nro 4.