Por Oscar Dinova – Por extrañas coincidencias del destino el 2 de Junio se entrelazan dos destinos solidarios y corajudos. El de los Bomberos Voluntarios y el del Perro, nuestra mascota adalid.
El primero surge como el día de homenaje para la creación del Primer Cuerpo de Bomberos Voluntarios. En la Boca, allá por 1884, fecha en que un padre y su hijo deciden luchar contra un terrible incendio en el populoso barrio porteño, habitado por nuestros abuelos inmigrantes.
Fue el inicio de un movimiento irrefrenable, que hoy cuenta con 43.000 miembros, 7.000 de los cuales son mujeres. Su labor, actualmente, se ha extendido a un sinfín de eventos; accidentes, derrumbes, terremotos, inundaciones, derrames tóxicos y actividades de prevención. Pero algo se mantuvo inalterable; el espíritu de sacrificio y entrega a los demás
El segundo fue puesto en recordación al acto heroico de Chonino, un ovejero alemán que pertenecía a la Policía Federal desde 1975. En 1983 intentó defender a su amo en una tremenda balacera, dónde su amigo policía estaba herido. Murió junto a él y con el documento de identidad del malhechor apretado en su mandíbula. A partir de ahí, la periodista Cora Cané logró que se reconociera ese día como el Día Nacional del Perro. En nombre de todos aquellos que arriesgan la vida para proteger las nuestras.
En Mercedes, allá por los fines de los ´60 tuvimos a un ser que resumió a los dos; Lobo, el perro bombero, que volvió a la vida en uno de mis libros. Aquí un de los tramos de aquella historia tan nuestra…
«El Señor Viscardi, -Toto- me contó muchas cosas de mi amigo y de él mismo. Era un bombero, pero un bombero diferente. Tenía que hacer todas las cosas de un bombero pero además cuidaba el cuartel. Es decir, se entrenaba, estudiaba y salía a luchar contra los incendios, pero además vivía ahí. Era cuartelero. Bomberos era su casa y Lobito su familia.
Pasaban todos los días juntos. Los sábados que yo no iba a la escuela, iba a ver como Toto lo entrenaba. Lo llevaba a la Plaza San Luis y durante un rato largo, le tiraba la pelota o un palo.
– ¿Por qué todos los días Toto?
– ¿Por qué? ¡Porqué se tiene que entrenar si quiere ser bombero!
– ¿¿Bombero?? ¿cómo bombero? Si es un perro, no una persona.
– Justamente, reafirma Toto. Un perro bombero.
– ¿Cómo ustedes?, insistí.
– Claro, como nosotros. O mejor,… porque Lobo no va a tener miedo, nunca.
De Lobo, el héroe -en Cuentos del Abuelo, de mi autoría.-
¡¡FELIZ DÍA, LOBOS DE LA VIDA!!