CON LAS ALAS DEL ALMA, “CHITO” BALIERO
Las cosas no valen por el tiempo que duran,
sino por las huellas que dejan. (Prov. Hindú)
Trate usted, amigo lector, de resumir varias décadas de vida de una persona en unas líneas y sólo encontrará que le falta todo por decir. Creerá que todavía no ha empezado. Y cuando esa vida está marcada por una entrega social y rodeada de afectos familiares y buenos sentimientos, entonces encontrará la tarea imposible.
Tal es el caso de reseñar a Adolfo “Chito” Baliero, entrañable amigo y uno de los últimos históricos del Club Atlético Quilmes que emprende el vuelo. Su geografía de vida rondaba la esquina de la 12 y 15 dónde echó nido su querida institución allá en los albores de la década del ´30. Justo a tiempo para recibirlo para su nacimiento, en el ´36. Desde pequeño ya pisó las baldosas del club y de joven su cancha de fútbol. Como tantos otros encontraron en el Club de sus amores su segundo hogar.
Cuando se apoya una causa noble se lo debe hacer con pasión y compromiso perdurable. Este es el caso de este caballero y hombre leal. Pasada su etapa de deportista se integró al rojiblanco como dirigente. Sus pares le delegaron la Secretaría de Actas, por su prolijidad, su memoria, lealtad y constancia. No fueron días, semanas o meses los que dejaron en esta institución, fueron décadas de entrega diaria. Mientras la Argentina se quebraba y levantaba mil veces entre los ´40 y los ´90 este puñado de héroes anónimos convirtieron un pequeño club barrial en una institución de prestigio para la comunidad mercedina.
Con la prepotencia del trabajo como ideología y una honestidad rayana en la obsesión, estos muchachos de entonces sostuvieron el edificio en épocas flacas y tiranas. Y además soñaron y llevaron sus sueños a los hechos. Un gimnasio en la ciudad que daba envidia a propios y extraños, un campo de deportes que aún hoy se sigue desarrollando. La confección de actas lo llevó a ser la memoria viva del Club, ni un dato preciso, ni la carrera de un joven prometedor escapaba a sus escritos interminables y a una memoria envidiable.
Pero a la vista de los años estamos convencidos de que atesoraba esos detalles en la convicción de mantener la historia institucional al resguardo del olvido. Y además y por sobre todo, el amor a una divisa se demuestra transmitiendo los orígenes y luciendo sus progresos.
No hay un joven jugador que lo haya conocido que no le estampara un beso en la frente o que no llevara la medalla o el trofeo conquistados para que Chito la tuviera en sus manos. Es que era la mejor manera de empalmar el presente victorioso con el pasado de esfuerzo. Incontables hombres de hoy le deben mucho a este anciano jovial y luchador que seguía siendo el hincha número uno de su Club.
A él y a todos sus compañeros de antaño, Salvador Hassan, Pulpo Brown, Cirignoli, los Argüelles, Rolo Cardinal, Giachino, Dagnino, Bonfiglio, Chiquito Repetto y tantos otros que lo estarán recibiendo como se merece. Tipos como él, demostraron hasta el hartazgo que la riqueza principal radica en construir el futuro de las jóvenes generaciones y no en perseguir bienes materiales. Apostar con generosidad a lo público y no a un confort individual y egoísta.
En los últimos años una enfermedad lo había dejado sin piernas, pero jamás sin corazón. Quizás era el precio a pagar para que le crecieran alas y pudiera volar al cielo de los justos. Es el lugar donde están aquellos que nos enseñan que valemos mucho más por las huellas que podemos dejar que por la fortuna personal que podamos lucir. Una seguirá viviendo a nuestra partida y la otra se evaporará sin remedio.
¡Salud, Chito, Campeón de la vida!
¡Gracias por el Fuego!
CLUB ATLÉTICO QUILMES