Por Cristián Frers* – La Organización de la Naciones Unidas (ONU) instó a los países a actuar sin dilación para frenar las consecuencias del cambio climático. Los efectos del calentamiento se manifiestan más rápido de lo que se preveía y, si no se toman medidas de inmediato será demasiado tarde. Este es uno de los mensajes principales del informe Previsión Medioambiental Global (GEO-6, en inglés), presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El clima de los últimos años está dejando su marca por todo el planeta con mayores registros de temperatura anual y record de calor en el continente Asiático y en el Ártico, las sequías azotan Brasil y el sur de África e inviernos de un frío gélido sufre Europa y la USA. La gran barrera de coral sufre el peor blanqueamiento que se recuerde.
Se analizaron veintisiete eventos climáticos extremos durante el año 2016 y llegando a la conclusión que el cambio de clima que provoca el ser humano es el “motor significativo” en 21 de estos eventos.
Para juzgar si el calentamiento global aumenta la probabilidad de que suceda un evento climático extremo, los científicos comparan datos del mundo real con un mundo contractual modelado en el cual no existen esas emisiones crecientes. Esta técnica en las ultimas décadas ganó aceptación entre los climatólogos.
La ciudad de Katowice, ubicada en el sur de Polonia, será la sede de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP24) en 2018, informó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
Uno de los grandes retos de este año a nivel mundial será la lucha contra los cambios de temperatura. Se despidió el año más cálido de la historia, un año negro en cuanto al clima se refiere, por las consecuencias que tuvo y por las pocas iniciativas políticas para resolverlo.
Veamos lo sucedido en Argentina en los últimos tiempos: Si tomamos el tema del agua y de los incendios, veremos que el agua fue un tema destacado por la cantidad de agua caída. Se transformó en inundaciones que tapizaron campos y poblados principalmente en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires y se reanudaron éstas en marzo y abril con las tremendas inundaciones de Comodoro Rivadavia, Santiago del Estero y Tucumán. Argentina se transformó en un país inundado.
Un millón y medio de hectáreas incendiadas en la provincia de La Pampa con miles de damnificados y cientos de acusaciones cruzadas entre gobernantes, chacareros y otros. Las llamas se propagaron por el país hasta encender alarmas.
Agua y fuego: así como dos veces se llevó la salteña Tartagal, esta vez dejaron su huella de deforestación en la provincia de Jujuy. La relación entre estos desplazamientos con la pérdida de cobertura vegetal de una tasa de desaparición del equivalente a tres canchas de fútbol por día es sintomática.
Hay puntos de encuentro entre las inundaciones y los incendios forestales en los noticieros bajo el rótulo de «catástrofe»: la ausencia de prevención, la crisis de ordenamiento territorial y la creciente vulnerabilidad de la población o sus actividades económicas frente a inclemencias de la naturaleza dejaron secuelas.
La Tierra tiene fiebre y no es una buena señal. La culpa de la sociedad por su irresponsabilidad, sus intereses, su egoísmo y su hipocresía.
Si la Tierra está molesta, cada vez más enojada, es porque le hacemos graves e irreparables daño; cada uno, tiene su grado de responsabilidad.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).