Por Cristián Frers* – “La gente no se da cuenta de que la contaminación daña las economías. La gente que enferma o muere no puede contribuir a la economía”.
La contaminación es una realidad en nuestra vida y es que, por desgracia, cada vez oímos más voces sobre ella. Muchos son los países que están buscando una buena solución a este problema, aunque parece que les cuesta mucho llegar a un acuerdo que satisfaga a todos los actores de los escenarios. Mientras, las consecuencias se siguen viendo, empeoran y más se destruyen los hábitats naturales que un día hicieron de este planeta un planeta verde y azul.
Con los problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad, problemas de tipo político, económico, social y hasta deportivos, dejamos de lado uno con el que tenemos contacto más cercano, el problema de la contaminación, un problema que nosotros creamos e incrementamos de forma gradual todos los días.
La contaminación afecta a todos los seres vivos, tanto a vegetales como a animales, entre los cuales debemos incluir a los seres humanos.
A diario estamos expuestos a cuatro millones de sustancias tóxicas que son causa directa de enfermedades como el cáncer, el Alzheimer… y otros problemas de salud como el asma o la infertilidad.
Aunque los riesgos de la contaminación para la salud son elevados y los datos algo alarmantes, también hay espacio para el optimismo.
El establecimiento de un programa integral de control del ambiente llenaría una necesidad crítica en este aspecto. Se necesitan estudios para establecer cuál es la población que está expuesta al riesgo de las diversas formas de la contaminación ambiental y el grado actual de amenaza al que están expuestas la salud y la seguridad como consecuencia de la contaminación.
La contaminación ambiental en Argentina es uno de los problemas más importantes a los que nos enfrentamos, afectando a los recursos naturales básicos como el aire, los suelos y el agua.
La contaminación ambiental en el país es mayor que lo que se podría esperar de un país con un nivel de desarrollo mediano. Estos problemas son consecuencia principalmente del aumento gradual de la población urbana y del desarrollo industrial, junto con un marco de reglamentaciones inadecuado y un déficit de décadas en materia de infraestructura sanitaria y de tratamiento de desperdicios.
La capacidad y autoridad institucional para la gestión ambiental está fragmentada entre numerosos organismos en los niveles nacional, provincial y municipal, lo que conduce a la superposición de jurisdicciones, a la debilidad del control y al incumplimiento de las normas. Como consecuencia de esa fragmentación de responsabilidades institucionales y falta de coordinación, se ha producido un marco institucional y regulatorio confuso para la gestión ambiental.
Dado los problemas de contaminación del medio ambiente que enfrenta la Argentina y la multiplicidad de las opciones para encararlos, sería útil integrar los resultados en un plan de acción para que el gobierno lo considere. Además, a pesar de las limitaciones de la información, una estrategia del medio ambiente también debe reflejar una serie bien ordenada de prioridades para la acción. Por consiguiente, el país debería aplicar medidas priorizadas que beneficiarían a la mayor cantidad de gente, o que beneficiarían mayormente a los sectores de menores recursos, o que tengan múltiples beneficios, medidas dirigidas a problemas con efectos mayores sobre la salud, problemas que son recurrentes o con efectos irreversibles y problemas que plantean los mayores riesgos o incertidumbre. Las acciones prioritarias también tienen que ser efectivas en términos del costo, política y administrativamente factibles y estar de conformidad con los presupuestos de inversión, es decir con la capacidad financiera del gobierno.
La adecuada protección y conservación del ambiente representa uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la humanidad. Es evidente que se necesitan cambios drásticos y normas muy estrictas si se quiere conservar la calidad de vida en el planeta. Como miembros de la sociedad debemos participar en forma activa en la creación de leyes y reglamentos que tengan un impacto benéfico para el ambiente, nuestra salud y la economía. Es importante señalar que las soluciones al problema de la contaminación están más cerca de lo que uno cree, ya que es posible en nuestra vida cotidiana contribuir con actividades sencillas a mejorar nuestro entorno, como por ejemplo, consumir productos no contaminantes, disminuir el uso del automóvil, separar los desechos reciclables en el hogar, crear espacios verdes, entre otras medidas. Es precisamente aquí donde se manifiesta en forma más categórica el hecho de pensar globalmente, pero actuar localmente.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).