Cristián Frers* – En tiempos de hoy, cuidar el planeta es una necesidad que ya la mayoría de los países del mundo está tomando como metas para el milenio. Las riquezas naturales hacen afortunados a los países. Argentina es rica en recursos naturales y también lo es en productos naturales, y por ello, nuestro país es considerado megadiverso, expresión que resalta lo rico que somos en vida animal, vida vegetal y paisajes.
Como puede deducirse, son muchas formas en que el hombre, a través de sus actividades, puede alterar el equilibrio natural, pero en general, se puede considerar el sobreuso y abuso de la naturaleza, por la incorporación de substancias externas derivadas de su quehacer industrial, tecnológico o doméstico.
La respuesta debería ser simple porque el ambiente es todo lo que afecta a un ser vivo y condiciona especialmente las circunstancias de vida de las personas o la sociedad en su vida.
Comprende el conjunto de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y un momento determinado, que influyen en la vida del ser humano y en las generaciones venideras. Es decir, no se trata sólo del espacio en el que se desarrolla la vida sino que también abarca seres vivos, objetos, agua, suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como elementos tan intangibles como la cultura.
Al abusar o hacer mal uso de los recursos naturales que se obtienen del ambiente, lo ponemos en peligro y lo agotamos. El aire y el agua están contaminándose, los bosques están desapareciendo y los animales se van extinguiendo.
Se debe promover la educación ambiental por la importancia de formar conciencia ambiental en la comunidad, tendientes a lograr comportamientos responsables y comprometidos con la protección del ambiente y el desarrollo sostenible.
Es necesario que el aprendizaje sea significativo y experiencial, se debe aprender observando, viviendo, estando allí, y sobre todo sabiendo cómo se hacen las cosas. Por eso hay que enseñar a tomar parte activa del cuidado del ambiente mediante la práctica, y explicar las consecuencias de nuestros actos y debe hacerse rápido porque la población, en general, vive mejor que hace una década, pero los avances para garantizar que los beneficios del desarrollo tan básicos como la seguridad alimentaria alcancen a todos los seres humanos en 2030 no son lo suficientemente auspiciosos y requieren un impulso urgente.
Para analizar el desarrollo sustentable en pais es útil mirar su estado actual y sobre todo tendencias en materias de conservación, uso de energía, consumo, políticas públicas, entre otras cosas. que hablen de cómo el país se está desarrollando con miras a garantizar a generaciones futuras de argentinos los recursos naturales necesarios para su supervivencia.
El Estado y las entidades públicas en general deben promover un modelo de desarrollo ambientalmente sostenible, protegiendo el ambiente y, si éste fuere deteriorado, recuperarlo o exigir su recuperación.
Los retos para los próximos cuatro años, a partir del 2019 del gobierno de Mauricio Macri o el que prosiga, no serán pocos. Si se quiere proteger el ambiente, la institucionalidad ambiental en Argentina debe ser reformada tarde o temprano, porque no tiene las capacidades para atender ninguna situación y, peor aún, no dispone de capacidad para reparar las áreas más críticas en temas ambientales. El país va a sufrir dentro de pocos años el costo brutal de la contaminación de los ríos, ya que de las comunidades de peces depende una porción importante del sector rural. Las decisiones ambientales que se ejecuten en los próximos años serán claves para el desarrollo sostenible de cara a un futuro.
El panorama muestra un entorno de desesperanza para algunos países subdesarrollados que han contemplado el modelo sustentable en su estructura política-social. No obstante, aunque localmente han surgido comunidades que desde sus prácticas cuidan y conservan la naturaleza, es difícil creer que rápidamente esto tomará la dirección de un efecto dominó afectando a áreas nacionales o regionales.
Hay que motivar a todo pueblo a que reclame lo que le pertenece, a que exija que le permitan tener un lugar donde vivir en armonía con su entorno, para el disfrute de toda la especie y de sus futuras generaciones y solo así podríamos hablar de que estamos logrando algo profundo, un cambio real.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).