Por Cristián Frers* – A estas alturas, ya resulta claro que el cambio climático presenta riesgos ambientales más allá de cualquier cosa que se haya visto en la era moderna.
El clima ejerce una enorme influencia en nuestras vidas. Determina la naturaleza de cada lugar y, al final, también influye en la cultura y medios de vida de todas las regiones de nuestro planeta.
No es una novedad que cambie, sí que lo haga tan rápido. Sabemos que el clima es un sistema complejo y cambiante de circulación del aire de la atmósfera en permanente intercambio de energía con el mar y la superficie terrestre, y también que en otras épocas era muy diferente al actual.
Arnold Schwarzenegger dijo que Donald Trump, presidente de los Estos Unidos, está cometiendo un gran error en política ambiental, algún día lamentara su decisión de junio de 2017 de sacar al país del Acuerdo de Paris sobre el cambio climático para el 2020.
Cuando pensamos en el daño económico a causa de un planeta más caliente, es importante recordar que no todos los costos son equivalentes. Hay una gran diferencia entre los costos que son altos, pero manejables, comparados con aquellos que podrían conllevar eventos catastróficos como la escasez de alimentos y las crisis de refugiados en masa.
Kiribati podría ser el primer país en desaparecer como consecuencia del cambio climático o al menos la mayor parte de su territorio durante el año 2019, lo que afectaría a una cien mil personas. Este país esta compuestos por islas coralinas oceánicas o atolones que cruzan sobre la línea del ecuador, lo que provoca que sea propenso a las inundaciones por el aumento del nivel del mar.
Anote Tong, ex presidente de Kiribati advirtió que el único futuro para los habitantes es una migración masiva, si lo que buscan es sobrevivir.
¿Cómo será el clima en el año 2020 en la Argentina? La temperatura aumentará en promedio un grado en todo el país. El Noroeste, Salta y Jujuy, será el de mayor impacto con alzas de hasta 1.6º; en tanto, el corazón más productivo de la provincia de Buenos Aires registrará un incremento de 0.9º.
A simple vista, que la marca térmica argentina suba un grado puede parecer insignificante. Pero las consecuencias, en verdad, no lo son como muestra el pasado reciente. En los últimos 150 años la temperatura promedio del planeta aumentó 0.6º y 0.7º y los efectos no dejan de repercutir: glaciares en retroceso, derritiéndose; el mar se calentó al menos 0.6º y las lluvias cayeron en áreas hasta entonces inhóspitas. Sin ir muy lejos, tranqueras adentro de la Argentina, las mayores precipitaciones permitieron que la frontera agrícola avance 200 kilómetros hacia el oeste del país en una franja que va desde La Pampa hasta Santiago del Estero y que hasta la década del 60 era considerada semiárida.
Esta zona que ahora es productiva, no parece tan claro que en las próximas décadas siga teniendo las condiciones climáticas tan favorables, dado que el incremento de la temperatura no estará acompañado por una tendencia sostenida de precipitaciones
Según el Servicio Meteorológico Nacional, la temperatura media anual del año 2018 fue de 18,6°, una anomalía de 0,7° por encima del valor medio anual de referencia, ubicado en 17,9 grados centígrados. La marca de 2018 le pisa los talones al primer puesto que obtuvo 2017, que batió el récord con una temperatura media anual de 18,7°C.
Aún si se disminuyera drásticamente las emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes, no variarían demasiado estos escenarios climáticos hasta el 2040 porque las concentraciones de gases perduran largo tiempo en la atmósfera y el ajuste térmico es lento.
La Tierra está sufriendo de fiebre y está no es una buena señal. La culpa es de todos. De la sociedad humana, con sus perversiones, su irresponsabilidad, su corrupción, sus intereses, su egoísmo, su hipocresía.
Si la Tierra está molesta, cada vez más enojada, es por culpa de todos. Cada vez le hacemos más daño. Y cuando la culpa es de todos, no significa que ella no sea de nadie en particular. Es de cada uno, según su grado de responsabilidad.
Todos somos responsables de los cambios que ya hemos provocado en la Tierra, y de los que vendrán. Pero en nuestras manos, y sobre todo en las de Trump, está el que las próximas generaciones reciban, como mínimo, el mismo planeta que las generaciones actuales heredaron de sus padres.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).