Por Cristian Frers* – “Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos”.
La grave situación económica, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y el aumento del desempleo impactan en el número de pobreza e indigencia.
La pobreza aumentó 4,7% respecto del primer semestre de 2018 (cuando estaba en 27,3%) y tuvo un aumento de 6,3% si comparamos con el mismo período del 2017 (cuando estaba en 25,7%).
Hay más de 1 millón 300 mil personas que en el segundo semestre de 2018 se sumaron al registro de pobreza. En total, el 32% de la población está en esta situación en Argentina.
Una persona en la ciudad puede comprar sus alimentos en un supermercado y acceder a productos de otras regiones del mundo a precios relativamente razonables. Las opciones son muy variadas: con o sin agroquímicos, con o sin conservantes, bajos en grasa, bajos en sal, con menos azúcar e incluso sin calorías. Si desea agua puede comprarla embotellada, con gas, o simplemente tomarla de la llave. Así mismo, si desea cocinar puede hacerlo gracias a servicios públicos de electricidad o gas natural.
Una persona de la ciudad también se beneficia de los sistemas de alcantarillado, que canalizan el agua lluvia para evitar inundaciones que podrían afectar su patrimonio; vías que le permiten llegar a su lugar de trabajo y obras de infraestructura como muros de contención, que lo hacen menos vulnerables a los desastres.
Sin embargo, los pobres en las zonas rurales viven de manera muy diferente. Cultivan el alimento que consumen en porciones pequeñas de su terreno, lo pescan de los ríos o quebradas cercanas, o lo cazan. Toman el agua de alguna fuente cercana a sus predios, sin ningún tipo de tratamiento y cocinan con leña que recogen del monte. En la ruralidad los ecosistemas regulan inundaciones y previenen deslizamientos, adicionalmente, el entorno natural sirve como medio de transporte en comunidades ubicadas cerca de los ríos.
Las personas que sufren las consecuencias de la pobreza son, precisamente, las más dependientes de los servicios de los ecosistemas y las que presentan una mayor vulnerabilidad frente los impactos negativos derivados de los problemas ambientales. La degradación de los recursos naturales tiene un efecto desproporcionado sobre la población más pobre ya que su supervivencia depende directamente de los bienes y servicios ambientales con que la naturaleza les provee a diario
Con los años se entendió que la pobreza es más que un índice que divide a las personas según sus ingresos. Más que una cifra monetaria, erradicar la pobreza debe ser visto como el conjunto de factores que les garantizan a los ciudadanos el bienestar humano.
Más que un indicador de cómo ha crecido económicamente un país en los últimos años, erradicar la pobreza tiene el reto de asegurar una mejor calidad de vida sin llevarse por encima los recursos naturales.
Las políticas económicas de cualquier país apuntan a generar crecimiento económico y desarrollo para su población, considerando que estos aspectos brindarán bienestar a la población. Sin embargo, la calidad de ese crecimiento resulta clave al momento de analizar la relación entre medio ambiente y pobreza ya que muchos países han logrado mejorar las condiciones de vida a costa de la degradación ambiental, condenando a ciertos grupos sociales a la pobreza. La construcción de indicadores que consideren la variable ambiental como un eje de análisis es primordial para la toma de decisiones. Los índices de pobreza netamente económicos no reflejan la calidad de vida de la población ya que considerar una sola variable: el ingreso. Cuantifican la cantidad de bienes y productos producidos en un país, sin considerar la distribución, calidad, acceso y demás aspectos cualitativos. Mayor ingreso no quiere decir mejor calidad ambiental o menor contaminación. Las sociedades ricas también son contaminantes ya que requieren de mayor cantidad de energía y recursos, su nivel de consumo será mucho más elevado dados los mayores ingresos.
De forma que la próxima vez que pregunten: ¿Qué crees más urgente, la reducción de la pobreza o la protección del ambiente? Ya saben que no hay porque elegir entre uno y otro… lo ideal es tenerlo todo.
*Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).