Por Cristián Frers* – “Tenemos la obligación moral de proteger nuestro planeta para las próximas generaciones y garantizar a nuestros ciudadanos el derecho a un ambiente sano”.
El ambiente es todo lo que nos rodea. Es el aire que respiramos, el agua que bebemos, la tierra que nutre nuestros alimentos y a todos los seres vivos. El desarrollo es lo que hacemos con esos recursos para mejorar nuestra vida. En Argentina hacemos cosas que creemos que mejorarán nuestra vida, pero todo lo que hacemos la altera y altera nuestro entorno.
La innovación sustentable o eco innovación permite desarrollar una mirada crítica para encontrar oportunidades ante los desafíos ambientales. Resulta imprescindible promover la consolidación de entornos de innovación que logren satisfacer simultáneamente los aspectos ambientales, sociales y económicos de una manera amplia y sistémica.
Es hora de empezar a hablar de sustentabilidad real para que sea parte de los debates políticos y de la toma de decisiones a futuro. El motivo es simple, nos conviene a todos. A los empresarios, a los trabajadores, a los jóvenes y por sobre todas las cosas a las futuras generaciones.
Los proyectos de desarrollo e ingeniería son fundamentales para el bienestar, desarrollo de un país y la sociedad, tomando en cuenta al medioambiente como factor clave al momento de la planeación, diseño y ejecución de los proyectos; con miras a una cultura enfocada en brindar soluciones sostenibles, enfocado en la prevención y mitigación de impactos o contingencias que afectan directamente el medioambiente.
Sin importar su tamaño, los proyectos de desarrollo sostenible son fundamentales para el crecimiento y progreso de un país, ya que benefician a las comunidades y aportan dinámicas socioeconómicas en todos los sectores. Dichos proyectos, entre los que se encuentran la infraestructura vial y los sistemas de riego, necesitan basarse en criterios conservacionistas para asegurar su sostenibilidad, la de los recursos involucrados y la calidad de vida de los ciudadanos.
Cabe preguntarse si realmente existen políticas ambientales en esta parte del planeta. Uno tiene la impresión de que sí hay un conjunto de normas jurídicas de diferente jerarquía aprobadas sobre problemas ambientales.
Se han desarrollado diagnósticos científico-técnicos de excelente nivel, existen proyectos regionales bien orientados, hay preocupación por monitorear daños de ciertas prácticas agrícolas e industriales, funcionan, aun con dificultades, áreas naturales protegidas y algunas ciudades han asumido el liderazgo con referencia al ordenamiento urbano.
Todo ello es cierto, pero estos esfuerzos, a veces muy valiosos, no se articulan en políticas de Estado. Hay muchas normas jurídicas pero pocas se aplican plenamente, pues no hay capacidad de gestión ambiental en el terreno. Existen muchas áreas protegidas, pero a veces sólo en el papel. Continuamos erosionando nuestros suelos, perdiendo biodiversidad, talando y quemando nuestros bosques nativos.
En realidad, en medio de la fuerte crisis financiera, socioeconómica y cultural que nos ha golpeado, nuestros gobiernos han estado sumidos en salvar la coyuntura: el pago de los vencimientos con los organismos internacionales, las complejas y azarosas combinaciones del ajedrez de la política partidaria. Todo ello acompañado por un debilitamiento del Estado impulsado por un fuerte cuestionamiento de su rol, mediante una avasallante prédica ideológica.
Llegamos a la conclusión de que el desarrollo sustentable depende necesariamente de las decisiones políticas de los gobiernos, de los intereses y de los poderes de turno. Pero también de cambios que estemos dispuestos a hacer como sociedad. Es hora, no de tomar conciencia, si no de llevar a la política el medio ambiente. Es hora de que los científicos también sean políticos, es hora de que nuestros representantes tengan prácticas ecológicas. Pero sobre todo nosotros, ya no solo para asegurar el futuro de otras generaciones, sino de nuestro propio bienestar.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).