Por Asamblea de Mujeres Mercedinas – Somos mujeres en toda su diversidad. El espacio público nos permite mezclarnos, aunarnos y sentir bajo nuestros pies como tiemblan las estructuras creadas para beneficiar a un determinado sector y perjudicar a otro. Pero… ¿Nos ven cuando dicen hacerlo? ¿O solo nos miran?
¿Pueden ver para entender que la mayoría de las mujeres que reclamamos somos pobres, incluso algunas con escasa escolarización? ¿Pueden ver que la vida no se ha portado muy bien con nosotras? Desde una infancia de comer salteado, con pocos juguetes y de recibir el principal plato de comida en comederos o escuelas con infraestructuras que lindan con la peligrosidad para todos sus asistentes. Desde muy jóvenes trabajamos, la mayor parte en negro y también, demasiado temprano somos madres con o sin pareja.
En todos los ámbitos donde nos movemos sufrimos violencia de género. Esta violencia la padecimos desde siempre, pero no hace tanto que tomamos conciencia de su significado, lo que nos permitió mirarnos, juntarnos, proyectarnos y, sobre todo, defendernos con todas nuestras armas.
Entonces, desde allí, nos preguntamos: ¡¿Dónde está el Estado ante cada vulneración de nuestros derechos? ¿Dónde quedan los tratados internacionales a los que adhiere nuestro país sobre derechos de niñes y adolescentes? ¿Dónde, las leyes nacionales y provinciales que prometen bregar para la erradicación de la violencia de género? ¿Dónde la justicia que opera con una balanza siempre inclinada hacia la culpabilización de las mujeres?!
Estas y otras preguntas nos acompañan. Es por ello, por no tener respuestas, que interpelamos al Estado, a la Justicia y al sistema que los cobija y ampara: el sistema capitalista. Por eso rodeamos a Yanina Faríaz, injustamente presa. Acusada, primero de homicidio agravado por el vínculo y ahora, de abandono de persona ante el asesinato de su hija Xiomara de 2 añitos de edad. Por eso exigimos su absolución y la prisión perpetua al femicida de Xiomara, Alfredo Leguizamón. Por eso usamos nuestras armas, las únicas que tenemos para visibilizar esta situación teñida de injusticia cortando calles, repartiendo volantes, haciendo ollas populares, realizando intervenciones artísticas.
Sí, esas son nuestras armas. Las únicas con las que contamos, porque nada nos acerca al poder. Por eso pedimos que cuando nos mires te pongas anteojos imbuidos de realidad para que VEAS que somos el espejo de tu accionar. Cuando cortamos las calles o hacemos alguna pintada, no somos más que el reflejo de los derechos que se nos están vulnerando. Sólo nos mueve el afán de justicia y es por ello que apostamos a que nos rodeen quienes consideren que sólo ganando las calles, estamos más cerca de lograrla.
Atrás quedó el tiempo del no te metás. La unión hace la fuerza, dicen. No son tiempo para miedos. El hartazgo nos impulsa. Las bases del sistema judicial patriarcal y clasista se están resquebrajando, construyamos una nueva sociedad.
Repliquemos y gritemos a viva voz. ¡Libertad para Yanina! ¡Justicia por Xiomara! ¡Cárcel para el femicida Alfredo Leguizamón!