La problemática ambiental, la pandemia del Coronavirus y políticas de Estado

Por Cristián Frers* –Tras el desplome de hace tres meses, y a medida que los países van reabriendo sus economías, los datos demuestran un abrupto rebrote de la emisión de los gases efecto invernadero, un crudo recordatorio que ni los efectos de una pandemia logran poner freno al calentamiento global.

A principios de abril del 2020, la emisión diaria de gases de combustibles fósiles era un 17% más baja que en el 2019: en ese momento, los gobiernos habían establecido, el confinamiento obligatorio, la gente dejo de manejar, se apagaron las chimeneas de las fábricas y los aviones se encontraban en tierra. Pero a mediados de junio, del corriente año, a medida que los países relajaron la cuarentena, la emisión de gases repunto hasta tan solo un 5% menos que el promedio del 2019. Y las emisiones en China, que representan una cuarta parte de la contaminación mundial, parecen hacer regresado a sus niveles pre pandémicos.

Es sorprendente la rapidez con que rebotaron las emisiones de gases, siempre se supo que cualquier disminución del uso de combustibles fósiles debido al Coronavirus seria fugaz, a menos que los países aprovecharan el proceso de reconstrucción de sus economías para sanear de manera concertada sus sistemas de energía y transporte.

Se está librando una batalla por la influencia entre los empresarios que quieren flexibilizar las limitaciones ambientales para favorecer la reactivación económica y la gente que militan por un plan de reactivación enfocado en la transición ecológica o del medio ambiente.

Sin duda, al Coronavirus la oportunidad se la dimos nosotros. No solo porque encontró la manera de reproducirse y dispersarse, sino porque generamos las condiciones ideales para su propagación. Hemos desmontado, incendiado y luego construido ciudades en lugares marginales, así como fragmentado los ecosistemas que constituían barreras naturales. Hemos traficado animales silvestres entre continentes, generando invasiones de especies exóticas; eliminado los depredadores topes que mantienen la salud de los ecosistemas; contaminado mares y ríos, y ocupado cada rincón del globo con la asistencia de tecnología industrial. Hemos sobrepasado todos los límites que permiten mantener nuestra propia existencia con igualdad de condiciones para los más de 7700 millones de personas que somos. 

Nuestra vida sobre la Tierra no es ajena al funcionamiento de la naturaleza. Las leyes no son las que definen las legislaturas, sino las que rigen la vida natural, de la que somos parte. Es mejor empezar a prestar atención a dónde estamos parados, entender los procesos ecológicos, volver al sentido común de la vida rural y de las economías locales, si no queremos ser sorprendidos nuevamente por la aparición repentina de un ser que, como tantos otros, evoluciona e intenta reproducirse rápidamente en el contexto que encuentre. En este caso, el virus que, aparentemente, saltó de un murciélago selvático a un huésped intermediario en un mercado, y de allí a un hombre, que poca interacción hubiera tenido naturalmente con esos seres nocturnos de la selva.

Es hora de empezar a hablar de sustentabilidad real para que sea parte de los debates políticos y de la toma de decisiones a futuro. El motivo es simple, nos conviene a todos. A los empresarios, a los trabajadores, a los jóvenes y por sobre todas las cosas a las futuras generaciones.

La elaboración de una política ambiental municipal satisface importantes necesidades para todos los sectores de la vida local. Ella demanda que cada sector de la comunidad haga un balance ambiental sobre el proceso histórico de desarrollo regional. También exige elaborar un diagnóstico actualizado, definiendo cómo esa realidad ambiental es afectada hoy por su entorno económico, social, cultural, institucional, nacional e internacional. Cada región muestra una realidad ambiental específica, en sus recursos naturales y potencialidades, en la diversidad y magnitud de los problemas que debe enfrentar, en las capacidades y compromisos de sus instituciones y en la población, entre otras.

Asimismo, esta política obliga a cada sector de la comunidad regional a revisar sus desafíos futuros y priorizarlos, establecer plazos para su cumplimiento, definir los recursos necesarios y las responsabilidades que corresponden a cada sector ya sea este público, privado, académico y gremialista, como también, señala aquellas tareas que requieren el concurso de diversos actores de la región. La política busca hacer ambientalmente sustentable el proceso de desarrollo, velando por el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, la protección ambiental, la preservación de la naturaleza y la conservación del patrimonio ambiental. Su fin último, es mejorar la calidad de vida de todos los habitantes y de las generaciones futuras.

*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).

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