Por Cristián Frers* – El desarrollo de la economía circular debería ayudar a disminuir el uso de los recursos, a reducir la producción de residuos y a limitar el consumo de energía. Debe participar igualmente en la reorientación productiva de los países. En efecto, además de los beneficios ambientales, esta actividad emergente es creadora de riqueza y empleo, incluyendo las del ámbito de la economía social y su desarrollo debe permitir obtener una ventaja competitiva en el contexto de la economía global.
El agua es en muchos sentidos un ejemplo de circularidad. Durante los últimos 3.800 millones de años, el agua de la Tierra, 1.400 millones de km3, ha circulado continuamente a través de las muchas etapas y procesos del ciclo hidrológico impulsada por la energía del sol. En los últimos cien años, apenas un instante en el tiempo planetario, las actividades humanas han comenzado a interrumpir esta circularidad bien ajustada arriesgando tanto nuestra prosperidad de los seres humanos, como la salud del planeta.
Los sistemas circulares se proponen como la alternativa lógica, viable y sostenible a los sistemas lineales.
La idea de una economía circular donde los recursos son utilizados eficazmente y no existen desperdicios ni contaminación se inspira en la forma de funcionar eficaz de la naturaleza, en ciclos cerrados y regenerativos interrelacionados. La aplicación práctica de la economía circular implica nuevas soluciones y nuevos modelos de producción y consumo a diferentes niveles a lo largo del ciclo del agua.
¿Cómo podríamos hacer circular el agua a su máximo valor y eliminar el concepto de residuos? La respuesta está en la extracción de materiales valiosos, nutrientes y energía de las aguas residuales antes de que vuelvan a utilizarse para otro fin o de que regresen con seguridad al ciclo natural del agua. La forma en que usamos el agua podría ser descrita como lineal: aplicar costosos procesos de tratamiento antes de utilizarla, y luego aplicar procesos de tratamiento más caros antes de descargarla aguas abajo. Este sistema tiene numerosas ineficiencias, fugas y disfunciones que presentan efectos perjudiciales para la salud de las personas y el ambiente. Debemos volver a considerar nuestro modelo actual y explorar la transición a uno más circular.
la disposición final de las aguas residuales producidas por las diferentes actividades humanas, principalmente usos domésticos e industriales, representa un problema cuya magnitud está en constante incremento y que se ve agravado cuando se trata de grandes ciudades. Encarar este problema plantea un dilema crucial, ya que por un lado, el agua residual se constituye en una fuente alternativa importante para el riego de los cultivos, pero por otro lado, su uso para este fin, sin un adecuado tratamiento, puede constituirse en un problema mayor, por todos los riesgos que esto supone.
En Carmen de Areco, Provincia de Buenos Aires, durante años impulse y quise implementar humedales artificiales para evitar que aguas residuales que contenían o contienen una alta carga de fosfatos llegasen al rio Areco, esto fue durante los años 2005 hasta el año 2016. Si se hubiese aplicado, seguramente hoy la localidad seria pionera en aguas circulares con una experiencia de 12 o 13 años en el tema pero ni ciudadanos, ni funcionarios públicos ni políticos de aquellas épocas o de ahora se mostraron interesados en el tema.
Es al gobierno local a quien corresponde, en primer término, atender los asuntos que afectan e interesan directa y personalmente a la gente en la realización de su vida cotidiana, porque es el que está más cerca, el que tiene al alcance de la mano, el que está en condiciones de conocer en forma personal y de relacionarse con sus actores sin intermediarios.
¿Por qué utilizar el sistema de humedales para depurar aguas residuales? Los humedales artificiales son sistemas de depuración en los que se reproducen los procesos de tratamiento de agua, en concreto, de reducción de contaminantes que tienen lugar en los humedales naturales.
Los humedales artificiales pertenecen a las denominadas tecnologías no convencionales, o tecnologías de bajo consumo de tratamiento de agua residual.
Estos sistemas de tratamiento de agua se están implantando en numerosos municipios de distintos países, y sin duda, parece una magnifica opción para municipios y pequeñas poblaciones.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).