Por Cristián Frers* – La sustentabilidad surge como una alternativa post pandemia del Coronavirus. Básicamente en cómo las empresas deberían abordar estos temas, cómo pueden trabajar para mejorar sus prácticas a nivel laboral, social y ambiental, acompañando el crecimiento económico y cuidando el negocio de la compañía. También se busca que las empresas puedan mapear y desarrollar una estrategia vinculada a los Objetivos del Desarrollo Sostenible..
A partir de la escasez de crédito internacional por la pandemia, la apuesta a lo sustentable puede ser, además de beneficiosa para el planeta y la sociedad, una fuente concreta para acceder a recursos.
Cada vez más, las empresas buscan sistemas de gestión respetuosos con el medio natural, que permitan una gestión eficaz a la vez que sostenible. Una gestión que no perjudique al entorno que rodea a la empresa y la incluya dentro de las denominadas «Empresas verdes». Esta preocupación hizo posible que se desarrollaran diversos estándares que describen las condiciones que deben reunir este tipo de sistemas de gestión y los requisitos necesarios para su implementación.
Al contrario de lo que muchos piensan, ser una empresa verde no significa únicamente dedicarse a un sector relacionado con el ambiente, como podría ser por ejemplo la comercialización de energías renovables o la gestión de un negocio de agricultura ecológica.
Todas las compañías pueden transformarse en empresas verdes, porque se trata de repensar todos los procesos de producción y comercialización de los productos y servicios con el objetivo de causar el menor impacto posible en la naturaleza.
En un contexto mundial castigado por la pandemia y sus consecuencias, una tendencia parece firme y creciente: el financiamiento sostenible. La mayor conciencia ambiental mundial que impuso el coronavirus potenció el interés por aquellas inversiones que contemplen criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
¿Qué puede significar eso para empresas argentinas? Las opciones son múltiples, pero entre los ejemplos aparecen acceder a préstamos con criterios sostenibles que llegan de los organismos multilaterales, conseguir fondos de inversión directamente dedicados al triple impacto de las grandes formas de inversión o reducir costos y apostar a la energía renovable a través de financiamiento de bajas tasas.
La política de sustentabilidad del Grupo Arcor en relación con el ambiente se concentra en tres compromisos: con el uso racional del agua; con la eficiencia energética y la minimización de los impactos que contribuyen al cambio climático global, y con el uso racional del packaging. En este marco se lleva adelante la gestión ambiental en las fábricas de la compañía y se promueven iniciativas para la implementación de buenas prácticas en toda la cadena de valor. Como herramientas para la mejora se han sumado recientemente dos programas estratégicos: cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero y Programa de Eficiencia Energética.
Se trata de una tendencia que se va consolidando. Los bonos verdes, que combinan rentabilidad y sostenibilidad y están vigentes desde 2007, crecen año a año. Entre 2015 y 2019, en concreto, las llamadas inversiones de impacto crecieron a un ritmo anual del 17 por ciento.
El interés en proyectos sostenibles es parte también de las políticas que proponen las organizaciones internacionales que ofrecen créditos. Con países de todo el mundo en problemas, los organismos multilaterales serán todavía más cautelosos y exigentes a la hora de asignar los fondos: ya no buscarán sólo capacidad de repago, sino que contemplarán el impacto ambiental y social de cada iniciativa. Instituciones como el BID o el Banco Mundial ya venían adoptando estos criterios, pero ahora esta tendencia se aceleró.
Para las empresas y gobiernos que logren contemplar estos criterios de triple impacto, se abre una oportunidad concreta de acceder a dinero fresco.
Orientarse a ser una empresa sustentable, hoy se ha vuelto un factor fundamental en las organizaciones. Ya no solo se debe pensar en ser una empresa sustentable como una forma de contribución social; sino como una forma de actuar que garantice el éxito comercial a largo plazo.
*Cristián Frers – Técnico Social en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).