Por Oscar Dinova* – Nunca podrás querer a alguien, tanto como llegarás a extrañarlo (John Green, escritor norteamericano)
Hoy es un día cruel para todos los mercedinos. Se ha ido Comita, el personaje más popular y querido por todos los vecinos que aún recorría nuestra ciudad.
Lo es más, claro está, para sus familiares y amigos más cercanos. Para su mamá y hermanos se va un pedazo de ellos mismos. Quizás pueda consolarlos saber que todos hemos perdido a una persona que representaba los buenos sentimientos, la amistad en estado puro. Nos pertenecía a todos por igual, como suelen serlo aquellos que derrochan amistad sin cálculo de intereses.
Lo extrañarán los chicos de su barrio por los cuales luchaba y pedía recursos, con una transparencia que solo su persona aseguraba. Lo extrañarán los transeúntes del corso a quienes alegraba con su vestimenta singular. “Soy Comita” decía por lo bajo, asegurándose que el anonimato del carnaval no engañe a propios y extraños.
Te arrancaba una sonrisa y hacer feliz es un privilegio para los elegidos.
Y lo extrañarán todos los barrios que lo veían pasar con sus saludos permanentes, bicicleteando calles, voceaba nombres y desparramaba dedicaciones a troche y moche. En tiempos en que la vida nos ha hecho más callados y encerrados en nosotros mismos, Comita nos recordaba que para él éramos importantes, que no nos olvidaba y que la retribución a su saludo era una pequeña fiesta de las almas.
Precisamente, en esta bicicleta fue atropellado hace pocas horas. Se suma a una lista interminable e inaceptable de víctimas, a una sucesión de tragedias callejeras que nos inunda de impotencia, nos atormenta y nos aciaga. Es hora de decir basta.
La partida de un ser donde la mezquindad y el egoísmo no tenían cabida nos interpela. Debemos recuperar la cordura y la seguridad. Asegurar el derecho a la vida frente al desquicio en los desplazamientos. No haremos una lista aquí de los desvaríos en el tránsito cotidiano, ya sabemos demasiado, ya hemos llorado a demasiadas personas.
Es hora de decir basta.
En respeto a la memoria de todos los seres perdidos y a las familias partidas se deben tomar medidas. Y hacerlo desde la grandeza de estar todos juntos los líderes de nuestra ciudad. La autoridad municipal por un lado, todas las instituciones de la democracia por el otro. Acompañando. Se ha hecho un comité de crisis sanitario. Se lo debe crear para este flagelo. No hay lugar para rencillas, cálculos ni especulaciones.
La próxima víctima puede ser tu hijo.
Se ha ido un ángel, la ciudad será menos chispeante, más sombría. Pero tenemos una oportunidad de haber merecido su simpatía, recordarlo protegiendo mejor a los que quedan, abuelos, niños y todos los seres frágiles que habitan entre nosotros. Sino, estas y otras tragedias habrán sido en vano, tanta pérdida algo inútil, que se repetirá hasta el hartazgo.
Solo entonces sabremos si algo hemos aprendido, si merecimos tenerlo como amigo.
Y no tratar de extrañarlo igual a lo que lo hemos querido.
Esto será pronto o no será nunca. De nosotros depende la respuesta.
*Oscar Dinova, escritor