Por Cristián Frers * – ¿Qué peso tiene la cuestión ambiental en un mundo atravesado por la pandemia por Covid-19? ¿Hay formas alternativas de habitar sin afectar el planeta? ¿Cuáles son esas nuevas formas de desarrollo sostenible y cómo se las puede alentar?
La conciencia ambiental implica conocer que es el ambiente, cuales son los problemas ambientales contemporáneos y que podemos hacer desde cada uno de nosotros desde nuestros lugares. Se trata de tener conciencia de la conveniencia de actuar con respecto y compromiso hacia el lugar en el que nos toca vivir, teniendo siempre presente que el daño que le hacemos al ambiente nos lo hacemos a nosotros mismos y a las generaciones futuras.
Por lo tanto, no es posible que el gobernador Jorge Capitanich de la Provincia del Chaco – Argentina, salga a expresar en enero del 2022 que “Estamos ante un escenario inusual” con respecto al colapso energético que se está sufriendo en el país con respecto a la ola de calor y a la sequía y continúo diciendo “Es la combinación más dura que tuvimos a lo largo de la historia”, pero… Hace más de treinta años que se informa, habla y capacita sobre el CAMBIO CLIMATICO y las ENERGIAS RENOVABLES.
Debemos ser conscientes de que uno de los aspectos que más deteriora la naturaleza es el hombre. La deforestación, la contaminación del aire, la contaminación del agua y el calentamiento global son consecuencia del estilo de vida que impera en nuestra sociedad.
Para poder combatir, solucionar y ganar la batalla ante los problemas ambientales originados por los humanos, es necesario y fundamental más que nunca, despertar esa conciencia en las sociedades ante la realidad ambiental que está degradando el único hogar como el Planeta Tierra, la salud y la calidad de vida de toda la humanidad.
Hacer un uso racional de los recursos y servicios que ofrece el ambiente, es entender que, si el ser humano derrocha y no ahorra el agua o la electricidad, algún día cuando quiera volver a utilizarla ya no podrá, por no pensar conscientemente en su conservación para un futuro.
A medida que comienza el año 2022, Argentina, la región y el mundo continúa lidiando con una serie de desafíos: la continua pandemia de COVID-19, el resurgimiento de incendios forestales, las crisis duraderas por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los desechos.
Por ello, para 2022 es fundamental revertir la pérdida de biodiversidad, mitigar el cambio climático, cambiar el modelo agrario hacia la agroecología, recuperar los espacios naturales y evitar la deforestación, dejar los combustibles fósiles bajo la tierra, acabar con el exceso de residuos y eliminar todo lo que no sea biodegradable.
Las energías renovables son fuentes de energía limpias, inagotables y crecientemente competitivas. Se diferencian de los combustibles fósiles principalmente en su diversidad, abundancia y potencial de aprovechamiento en cualquier parte del planeta, pero sobre todo en que no producen gases de efecto invernadero –causantes del cambio climático- ni emisiones contaminantes. Además, sus costes evolucionan a la baja de forma sostenida, mientras que la tendencia general de costes de los combustibles fósiles es la opuesta, al margen de su volatilidad coyuntural.
En enero del 2022, hable con un biólogo marino que vive en San Antonio Oeste – Provincia de Rio Negro y cuando le consulte porque no se instrumentaban el uso de las energías sustentables en la región como energía solar, energía eólica y energía mareomotriz, me contesto: “Mira… los argentinos creemos que estamos atrasados 10 años con respecto a los europeos, pero los argentinos que vivimos en el país, estamos 10 años más atrasados”. Tal vez, llego la hora de dejar de decir cómo debemos hacer las cosas y comenzar a hacerlas haciéndonos cargo.
La transición hacia un sistema energético basado en tecnologías renovables tendrá asimismo efectos económicos muy positivos para la economía global y el desarrollo. Es necesario alcanzar los Acuerdos de París exigiendo duplicar la cuota de renovables en la generación eléctrica hasta situarla en el 57% a nivel mundial en 2030. Ello requiere elevar las inversiones anuales en energía renovable desde los 330 mil millones de dólares actuales hasta los 750 mil millones, con el consiguiente impulso a la creación de empleo y al crecimiento vinculados a la economía verde.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).