Cristián Frers* – El debate ambiental no puede separarse de la política, ya que mediante esta se expresan las decisiones de la sociedad. Para comprender mejor esta relación entre política y medio ambiente, hay que entender que las acciones y decisiones del ser humano, así como las consecuencias de éstas, inciden en distintos niveles.
Es importante tener en cuenta que la elaboración de una política ambiental regional satisface importantes necesidades para todos los sectores de la vida local.
Ella demanda, que cada comunidad regional haga un balance ambiental sobre el proceso histórico de desarrollo regional. También exige elaborar un diagnóstico actualizado, definiendo cómo esa realidad ambiental es afectada hoy por su entorno económico, social, cultural, institucional, nacional e internacional. Cada región muestra una realidad ambiental específica, en sus recursos naturales y potencialidades, en la diversidad y magnitud de los problemas que debe enfrentar, en las capacidades y compromisos de sus instituciones y en la población, entre otras. Asimismo, la política obliga a cada comunidad regional a revisar sus desafíos futuros y priorizarlos, establecer plazos para su cumplimiento, definir los recursos necesarios y las responsabilidades que corresponden a cada sector/
Muchas veces la falta de coordinación y de planificación de las acciones de los gobiernos han derivado en una total ineficacia de sus políticas, y han significado, en las cuestiones ambiente y de infraestructura, la necesidad de volver al principio, a cero. Por ejemplo, las muy pocas veces que se han establecido medidas anticontaminación de los cursos de agua, se acciona contra diversas empresas, pero no se tienen en cuenta los basureros a cielo abierto, que siempre se encuentran a la vera de los ríos, o se vierten líquidos cloacales sin tratamiento alguno, o simplemente se fugan efluentes con la complicidad de ciertos funcionarios que hacen la vista gorda. Las políticas ambientales, sobre todo aquellas dirigidas a frenar el daño que causa la contaminación deben ser a todo o nada, es decir que si se emprende una campaña no se pueden dejar fisuras o empezar por pequeñeces. No sirve llevar a los jardines de infantes a juntar papelitos, mientras se deja que una poderosa industria desvíe su efluente contaminante de la planta de tratamiento. No es eficiente hacer un llamado a la adhesión voluntaria a un plan de producción limpia, al que acudirán los que siempre colaboran, pues aquellos a quienes la producción limpia no les interesa seguirán contaminando libremente.
En Argentina, en el año 2022 falta atención de la dirigencia municipal, provincial y nacional ante la emergencia ambiental. Muestra que el desinterés actual por el tema tendrá consecuencias en el corto, en el mediano y en el largo plazo, lo que volverá más dolorosa aún la superación de la actual crisis económica y social que vive el país.
Argentina se encuentra alejado del debate en temas tan significativos como la transición energética y el cambio hacia una economía verdaderamente sostenible.
Esta carencia nos mantiene peligrosamente rezagados en el acceso a mercados y tecnologías que serán determinantes para la recuperación y el desarrollo en las próximas décadas.
Existe una agenda pendiente donde se abordan temáticas diversas que destacan, entre otras cuestiones, que en la actualidad una política ambiental debe ser una política de desarrollo que no la obstaculice. Existe una nueva economía emergiendo de la transición energética, aunque gran parte de la política aún no lo percibe. No se omite destacar que resulta imprescindible frenar la deforestación y resguardar los humedales; que los parques nacionales son esenciales para conservar tanto la biodiversidad como los paisajes, que son herramientas fundamentales para el desarrollo local y, entre otras propuestas, se proponen adaptar el porvenir del desarrollo a la crisis climática.
Sería importante lograr un Acuerdo Marco a nivel Municipal, Provincial y Nacional. Este acuerdo marco daría, en su momento, lugar a negociaciones para convenir regulaciones sectoriales propias de las necesidades y singularidades de cada región y de cada caso, teniendo en cuenta el beneficio común de la preservación de la calidad del ambiente en todos sus aspectos. Sus términos conducirían a la seguridad ecológica colectiva en el país y a un desarrollo social justo y equitativo.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista),