Por Susana Spano – El próximo sábado 30 de abril, Pro Arte Mercedes –Centro de Egresados del Colegio Nacional Florentino Ameghino – presenta al Maestro José Araujo, solista principal de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, quien interpretará las Suites N° 1, 2 y 3 de Juan Sebastian Bach.
Juan Sebastian Bach – Eisenach, 21/03/ 1685 – Leipzig, 28/ 07/ 1750
A la generación de músicos del siglo XVII le cupo la fortuna de ver de cerca la poderosa evolución de la música europea que se conoce como el Barroco Musical La extraordinaria misión de esta generación nacida alrededor de 1685 fue asumida en Alemania de manera grandiosa por Georg Friedrich Händel y Juan Sebastian Bach, que nacieron justamente en el mismo año.
Mientras que el arte de Händel fue considerado del todo congruente con su época, la música de Bach – y con ello también la esencia más profunda de su personalidad de hombre y artista fuera de su tiempo – nunca fue comprendida en su inmenso alcance por sus contemporáneos. Esto se debe a que en ella se fundieron, de manera singular, las más altas conquistas del viejo estilo polifónico de imitación, con el nuevo modo armónico-melódico. A través de la imperecedera grandeza de su arte Bach, abarcó dos mundos y se proyectó en el tiempo influyendo a las nuevas generaciones de músicos que abrevaron en su arte
Juan Sebastian Bach perteneció a una de las más insignes familias de la historia de la música. Su apellido figura unido al noble arte durante doscientos años – desde el comienzo de la Guerra de los Treinta años, hasta la mitad del siglo XIX –
Poco se sabe de su infancia y juventud. Fue hijo de Johann Ambrosius, trompetista de la corte de Eisenach y director de los músicos de dicha ciudad y la música lo rodeó desde el principio de sus días. A la muerte de su padre en 1695, se hizo cargo de él su hermano mayor, Johann Christoph, organista de la iglesia de San Miguel de Ohrdruf. Bajo su dirección, el pequeño Bach se familiarizó rápidamente con los instrumentos de teclado, el órgano y el clave, de los que sería un consumado intérprete durante toda su vida.
Su formación culminó en el convento de San Miguel de Lüneburg, donde estudió a los grandes maestros del pasado, al tiempo que se familiarizaba con las nuevas formas instrumentales francesas que podía escuchar en la corte.
A partir de estos años, los primeros del siglo XVIII, Bach estaba ya preparado para iniciar su carrera como compositor e intérprete. Una carrera que puede dividirse en varias etapas, según las ciudades en las que el músico ejerció: Arnstadt – 1703-1707 -, Mühlhausen – 1707-1708 -, Weimar -1708-1717-, Köthen -1717-1723- y Leipzig -1723-1750-.
Si en las dos primeras poblaciones, sobre todo en Mühlhausen, sus proyectos chocaron con la oposición de ciertos estamentos de la ciudad y las propias condiciones locales, en Weimar encontró el medio adecuado para el desarrollo de su talento. Nombrado organista de la corte ducal, Bach centró su labor en esta ciudad sobre todo en la composición de piezas para órgano: la mayor parte de sus corales, preludios, tocatas y fugas para órgano datan de este período, al que también pertenecen sus primeras cantatas de iglesia importantes.
En 1717 Johann Sebastian Bach abandonó su puesto en Weimar a raíz de haber sido nombrado maestro de capilla de la corte del príncipe Leopold de Anhalt, en Köthen, uno de los períodos más fértiles en la vida del compositor, durante el cual vieron la luz algunas de sus partituras más célebres, sobre todo en el campo de la música orquestal e instrumental: los dos conciertos para violín, los seis Conciertos de Brandemburgo, el primer libro de El clave bien temperado, las seis sonatas y partitas para violín solo y las seis suites para violoncelo solo.
Durante los últimos veintisiete años de su vida fue Kantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, cargo éste que comportaba también la dirección de los actos musicales que se celebraban en la ciudad. A esta etapa pertenecen sus obras corales más impresionantes, como sus dos Pasiones, la monumental Misa en si menor y el Oratorio de Navidad. En los últimos años de su existencia su producción musical descendió considerablemente debido a unas cataratas que lo dejaron prácticamente ciego.
Las Seis Suites para Violonchelo Solo
Bach escribió las Suites para Violonchelo Solo durante su estancia como Capellmeister – director musical – en Köthen, que duró desde 1717 hasta 1723. La ciudad era el pequeño centro – unos 3.000 habitantes – del principado principalmente agrícola de Anhalt-Köthen, situado 90 millas al suroeste de Berlín. El mecenas de Bach en Köthen: el Príncipe Leopold, un gran entusiasta de la música. Las Suites fueron las primeras de su tipo. El violonchelo era un nuevo instrumento en la década de 1720, cuando Bach compuso las Suites.
Antonio Stradivari, el gran fabricante de instrumentos de cuerda de Cremona, comenzó a construir violonchelos «modernos» durante la primera década del 1700, cuando creó violonchelos cuyo tamaño se convirtió en el estándar a finales de siglo. Durante el siglo anterior había habido todo tipo de instrumentos de cuerda baja, tanto de la familia de la viola como de la del violín, y muchos violines bajos más grandes siguieron utilizándose hasta bien entrado el siglo XVIII. .
En las Suites de Violonchelo Solo, Bach traza un curso musical desafiante y exploratorio, creando lo que es esencialmente música polifónica para una sola voz instrumental, donde el oyente puede seguir varias ideas melódicas, independientes, a través de cada movimiento.
Cada suite se construye a partir de un preludio seguido de cinco bailes. Cuatro de ellas son comunes a cada suite: la allemande – una danza alemana de ritmo moderado en tiempo doble o 4/4 -, la courante – una danza rápida francesa con una mezcla de ritmos triples y dobles -, la zarabanda – una danza majestuosa y lenta en tiempo triple, de origen español, típicamente con un acento en el segundo tiempo de cada barra -, y la gigue – una danza rápida y rústica de origen británico en tiempo triple -.
Bach añade a cada Suite una danza extra de tempo moderado – menuet, bourrée o gavotte -, que encaja bien en cada caso entre la zarabanda lenta y la gigue rápida. Aunque comparten ciertas características, ninguno de estos movimientos es genérico en lo más mínimo, infundiendo a cada una de ellas su propio espíritu y elocuencia.
Es una obra en la que el autor parece haberse deleitado con el desafío de escribir esta música – polifónica, densa, compleja, rica tanto en concepción como en expresión – para la única voz de un violonchelo solista. Una vez fue una música nueva para un nuevo instrumento, y tres siglos intermedios no han disminuido ni un poco su poder de sorprender, encantar y conmovernos.
José Araujo
Nació en Tandil y comenzó sus estudios de piano y violoncello a la edad de once años en el conservatorio de dicha ciudad. Dos años más tarde continuó las clases de cello en forma particular con los maestros Mauricio Veber y Claudio Baraviera en la ciudad de Buenos Aires. A los 15 años dio su primer recital con piano, y en su primera presentación como solista, interpretó el concierto en si bemol mayor de Luigi Boccherini, junto al Ensamble Instrumental de Tandil. Ese mismo año fue invitado por el Maestro Alejandro Barletta para tocar en dúo obras de su autoría: “De Profundis” y “Milonga I y II”, las cuales fueron dedicadas en el manuscrito al joven violonchelista.
A los 16 años, recibió la beca del Banco de Boston, otorgada por el maestro Alberto Lysy, para estudiar en la Academia Yehudi Menuhim (Suiza). En esa ocasión, fue invitado por el maestro para integrar la Camerata Lysy en una gira de conciertos llevada a cabo en las principales salas Argentinas, la cual culminó en el Teatro Colón.
A partir de 2001, comenzó sus estudios en Francia, primero en el Conservatorio Nacional de Región de Rueil-Malmaison (Francia) y al año siguiente en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París adonde se graduó con el Primer Premio de Violoncello – 2006 – . Durante toda su formación en Francia, recibió la valiosísima guía de su Maestro Jean-Marie Gamard. En 2003 tocó para la Reina de Inglaterra, en la embajada francesa. En 2009 fue invitado por el Maestro Janos Starker a realizar un semestre de verano en la Universidad de Indiana, Bloomington. Asimismo participó en clases magistrales con Peter Wispelwey, Miklos Pereny, Cristine Walevska, Richard Aaron, William Molina, Asier Polo, Aldo Parizot, Enrique Maltz.
El maestro Araujo se ha presentado regularmente como solista con las principales orquestas y en salas del país y el extranjero. Con una intensa actividad camarística, integra el trío Ginastera, el cual recibió el premio al mejor grupo de cámara 2019, otorgado por la Asociación de Críticos Musicales de Argentina.
Ha compartido a lo largo de su carrera presentaciones en música de cámara con Shlomo Mintz y Dimitri Yablonsky, Daria Hovora, y los principales artistas argentinos y latinoamericanos. Participó en el estreno argentino del Concierto Grosso para tres cellos de K. Penderecky, realizado en Buenos Aires, dirigido por el compositor. En música popular argentina, colaboró en tango y otros ritmos folklóricos con Dino Saluzzi, Atilio Stampone y Chango Spasiuk, entre otros. Ocupó el cargo de solista de violonchelo en las orquestas Juan de Dios Filiberto y Sinfónica Nacional Argentina. Actualmente es solista principal de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón. En 2019 recibió el premio de la fundación Konex, en la categoría “Revelación”.
El próximo sábado 30 de abril, a partir de las 20:00, en el auditorium del Colegio Nacional, el público asistente tendrá el privilegio de escuchar las Suites N° 1, 2 y 3, de Bach, pertenecientes a una de las mayores obras para violonchelo que todo violonchelista aspira a tocar, por las dificultades técnico interpretativas que posee y su gran belleza sonora.