Por Cristián Frers* – Cada día nos da la posibilidad de reflexionar sobre el rol y la responsabilidad que tenemos las personas y las organizaciones en el cuidado del planeta. Los fenómenos meteorológicos severos, las temperaturas extremas, la escasez de agua y otras preocupaciones ambientales están afectando la capacidad de las personas para vivir y trabajar de manera segura.
En un mundo donde la actividad humana está jugando un papel tan importante sobre la naturaleza, los empleos verdes se han convertido en más que una mera ocupación: son un mecanismo valioso para proteger a las diferentes localidades y al planeta de brindar un futuro más sustentable a la ciudadanía.
La post pandemia puso en primer plano la necesidad de tomar conciencia y preservar el ambiente y las empresas o pymes han comenzado a hacer un replanteo. Ante consumidores que piden transparencia, acción y compromiso genuino, el rol de las empresas se vuelve crucial para materializar los cambios. Las decisiones de las generaciones actuales en la forma de producción, consumo y cuidado del ambiente influirán directamente en las posibilidades de producción y consumo de las generaciones futuras.
Cada vez resulta más fácil argumentar que el modelo de desarrollo actual está asentado en una lógica productivista, consumista y contaminante a unos ritmos inamisibles para la naturaleza, en un mundo con recursos limitados. Los mantenimientos de los puestos de trabajo cada día están más ligados a que la actividad de las empresas sea sostenible, es decir, que no dañe el entorno ni entrañe riesgos para la salud de la población, ya sea como resultado de la presión externa social, la obligación legal, fruto de la competencia económica o como imposición de única forma de salvar el entorno.
Todo ello puede generar tensiones sociales que es necesario comprender bien para que los gobiernos e instituciones den una respuesta social y laboral adecuada. Los grandes retos a abordar ahora son cómo activar esta necesaria reconversión ambiental, cómo hacer que la gestión sea socialmente justa y que cuente con una amplia participación y apoyo social.
Los que deben dar fuerza a la idea son los mismos empresarios puesto que dirigir una compañía que debe adaptarse a cambios radicales en su estructura, requiere mucho más que una buena planificación financiera además de saber manejar clientes y empleados. El liderazgo ambiental no sólo requiere mejoras al sistema de gestión ambiental, sino que también necesita el compromiso de empleados, clientes, proveedores e interesados. Las soluciones surgen cuando se mejoran los procesos de entrega de productos, se desarrollan nuevos productos que minimizan las consecuencias ambientales, se implementan tecnologías que eliminan problemas e implicancias ambientales y se vincula cada elemento constitutivo con la empresa, la sociedad y el ambiente.
El ambiente provee de insumos a la economía y es imprescindible para garantizar la producción sostenible de bienes y servicios en el tiempo; de allí la importancia de la protección y el cuidado del mismo.
Todos somos conscientes de que, para crear un modelo de sociedad sostenible, hay que incluir en ella a las empresas como agentes con capacidad para dar respuesta a las necesidades de la humanidad.
La sostenibilidad no es un producto, es un modelo de negocio, son los valores de la empresa y cada una de sus decisiones. Por eso, en cuanto al papel que deben jugar en la puesta en práctica de soluciones eficaces ante la crisis ambiental, hay que empezar a aportar ideas: Una manera de empezar es clasificando todos los desperdicios que se generan, tomar contacto con ellos, o evaluar con las facturas de los servicios en la mano si se hace un uso eficiente de los recursos. La educación es importante, así como conocer nuevos modelos de negocios y economías de impacto como la economía verde, la economía circular o la economía azul para alinear los objetivos de las empresas a los mismos.
Ahora bien, muchas veces las empresas suelen ser verdes de la boca para afuera. Cuando sucede esto se está perdiendo tiempo ya que no se están haciendo las transformaciones para que los negocios sean perdurables en el futuro. Estarían dejando pasar la oportunidad de poner toda la creatividad, innovación, energía e inteligencia para convertirse en una empresa perdurable.
El nuevo empresario debe ser un buen administrador de sus propios pensamientos o ideas, palabras y acciones. Sólo cuando un ejecutivo ve a otro provocar el cambio, siente impulsos de cambiar. Hay que concienciar a esas personas para generar el cambio. De lo contrario es difícil, que los empresarios quieran o se animen a generar esos cambios.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista),