Por Cristián Frers* – El cuidado del ambiente es una premisa de estos tiempos por parte de las empresas que poseen una cierta responsabilidad social y deciden llevar adelante prácticas sustentables para mejorar la calidad de vida de sus comunidades. El desarrollo de la producción y el empleo debe apoyarse en un marco de patrones sustentables que tengan como ejes principales el cuidado del ambiente y la calidad de vida de la población.
Uno de los principales factores de degradación ambiental ha sido la visión equivocada de considerar a los recursos naturales como inagotables. El pasado nos ofrece un discurso envejecido, y el futuro está cambiando, y la gran propuesta es animarse a planificar el desarrollo de forma innovadora.
Existe una cierta obstinación en repetir debates sobre un pasado del que no es sencillo sentirse orgullosos. Varias décadas de cambios constantes crearon una profunda incertidumbre cuyo resultado ha sido una pobreza intolerable y una decadencia que avergüenza. La crisis permanente agudiza la búsqueda de culpables, la polarización y una distancia cada vez más angustiante respecto de las demandas reales de la población. La gobernabilidad actual es la representación de una obra que ha perdido su público, sobre un escenario que está cambiando.
Está claro que el costo de seguir este camino supera los beneficios, y que hay que cambiar las causas para que las consecuencias sean distintas.
Una pandemia global causó muertes, enfermedades, obligó a aislar miles de personas, paralizar la actividad económica, e invertir dinero del Estado. Si la Naturaleza sigue reaccionando de ese modo, es imposible volver a repetir esa defensa. La única salida es prevenir, cambiando la dirección.
Hay una nueva economía del post consumo que tiene un gran volumen económico. El desecho tiene valor, y es necesario reciclar todo, y también en este plano Argentina tiene mucho futuro.
La economía circular engloba una idea mucho más amplia que el reaprovechamiento de los residuos: optimizar el uso de los recursos empleados, materiales, pero también no materiales como agua o energía; maximizar el valor del producto fabricado y de sus componentes y materiales, aumentando su durabilidad, capacidad de reutilización, facilidad de reparación de sus componentes, así como reciclabilidad de sus materiales; priorizar el uso de recursos renovables y cambiar los hábitos de consumo, promoviendo el servicio frente al producto y el consumo compartido, constituyen pilares fundamentales del nuevo modelo económico.
Una de las grandes falencias, a la hora de realizar prácticas sustentables, son los elevados costos productivos para impulsar el paradigma del desarrollo sustentable. El costo de los materiales reciclados es más caro si lo comparamos con los materiales puros derivados del plástico. Esta es una de las grandes falencias, cuando desde el Estado y las empresas quieren invertir y pensar en políticas ambientales.
Si se aprovecha el reciclaje esto permite crear una cadena de valor que beneficia tanto a una empresa como a los ciudadanos de la localidad desde donde se impulsan este tipo de políticas económicas.
Entre las posibles estrategias planteadas para dar respuesta a problemas como la escasez de recursos, el agotamiento de la biodiversidad, el creciente cambio climático y las desigualdades fruto de las pautas de producción y consumo actuales, la economía circular destaca por su potencial para enlazar las soluciones ambientes con el desarrollo económico y una adecuada consideración social de las medidas plantadas; manteniendo, además, una estrecha relación con el desarrollo sostenible.
El modelo de consumo actual es insostenible a largo plazo. La solución pasa porque ciudadanos, empresas y estados transformemos la economía. Los estados deben incentivar la producción responsable y legislar para que las empresas produzcan de manera respetuosa y acepten las externalidades de sus procesos. Los consumidores debemos exigir productos responsables y tomar decisiones de compras informadas; y las empresas deben diseñar productos de manera responsable y cambiar el modelo lineal de producción hacia uno circular en el que se reparen, reutilicen y aprovechen los productos obsoletos.
El pasado nos ofrece un discurso envejecido, y el futuro está cambiando, y la gran propuesta es animarse a planificar el desarrollo sustentable.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).