Por Susana Spano
“Siempre he creído que la bondad de las
mujeres es todavía más efímera que su
hermosura.”
Ramón del Valle Inclán
Para que un hecho teatral suceda, el autor debe interpelar al espectador, captar su atención y mantenerlo en vilo. La trama que urda puede mover al llanto o la carcajada desenfrenada y por momentos, incluso, ofrecer una estética sistemáticamente deformada por una visión del absurdo, relacionado con lo grotesco.
Éste es el planteo que propone “Caretonas”, la obra que el Grupo Entretelones, ha subido a escena en la Biblioteca Sarmiento.
Cuatro amigas de clase alta, se reúnen a jugar su partida de canasta semanal, cuando un hecho inesperado irrumpe en su rito. El cimbronazo, descoloca a las amigas, mostrándolas en actitudes erráticas, que derivan en confesiones involuntarias que derribarán sus máscaras. Estas mujeres asumen, por momentos, la categoría del “esperpento”, que tan bien supo diseñar Valle Inclán, en los albores de 1920.
En la puesta las amigas son miradas a la distancia, como en un tabladillo de titiritero, donde se convierten en muñecas, en una suerte de proceso deshumanizador que las sitúa al borde de lo infrahumano.
Desde lo estrictamente textual ocurre un hecho que hace de esta pieza una verdadera creación, cuando el autor subvierte el lenguaje que, por momentos es culto, refinado y, sin transición, pasa por todos los registros del habla popular, vulgar, el exabrupto y la jerga, lo que deviene en un humor corrosivo que desnuda los esquemas morales estéticos y vacíos de contenido, así como las formas huecas de comportamiento humano y la feroz crítica a una clase social que vive en la apariencia.
Semejantes personajes requieren de actrices avezadas y talentosas que sepan transmitir de manera sutil e inteligente su idiosincrasia, así como un director que explore las posibilidades de expresión, sin caer en el facilismo de la caricatura torpe o grosera.
Todo ello se logró en la pieza en cuestión.
Cristina Lamothe – Estela – compone con gran solvencia a una estereotipada profesora de letras, con rasgos “non sanctos” para una sociedad pacata. Su creación está atravesada por la conjunción del lenguaje culto que, sin transición, deviene en vulgar, ante el imperio de la acción.
Gabriela Florella – Martita –, da vida a una sufriente esposa, que se atreve a confesar su secreto a una de sus amigas. Con maestría diseña un personaje que aborda un difícil desafío corporal y discursivo, al transmitir un complejo monólogo donde luce brillantemente su histrionismo, provocando en el público uno de los momentos más hilarantes de la obra.
Luján Biaggini – Zulma – es una actriz que sorprende en cada trabajo que aborda por la riqueza de matices que imprime a sus personajes; en esta obra tiene que afrontar la difícil tarea de “retrucar”; contestando con justeza y soltura cada uno de los discursos de sus amigas y, al mismo tiempo, mostrar un fuerte “acting” corporal y gestual en un momento de la comedia. La actriz sale airosa del desafío que la pieza le propone, dejando en claro la capacidad y madurez con que da vida a sus criaturas.
Carolina Ezcurra – Raquel – es la dueña de casa y una figura poderosa que, por momentos, da centralidad a la acción. Su interpretación expresiva e intensa, llega a su punto más alto en una escena donde la acción corporal juega un papel central; su despliegue físico es tan contundente y gracioso que marca uno de los momentos de mayor brillantez de la pieza.
El cierre de la obra está a su cargo y, antes del apagón final, muestra otra faceta de su gran talento interpretativo.
Una dramaturgia tan rica en situaciones y matices, cargada con diálogos perspicaces y chispeantes que no dan tregua al espectador, requiere de una dirección inteligente y equilibrada, para no caer en el facilismo vulgar o procaz.
Eduardo Grinovero logró transmitir el espíritu de la pieza; marcó a cada actriz con rigor y, sin caer en la tentación de realizar concesiones pedestres, demostró su talento al enfrentar airosamente el desafío de subir a escena una pieza de características tan complejas.
Karina Ricchini tuvo a su cargo la asistencia técnica y fueron excelentes el maquillaje y las pelucas de Sergio Dematei.
En suma, una comedia de gran nivel que este fin de semana se despide.
Reservas: 2324- 522310