Por Cristián Frers* – La pesca proporciona una fuente vital de alimentos, trabajo, ocio, comercio y bienestar económico a lo largo del planeta. En un mundo donde el crecimiento de la población es constante y el hambre un problema persistente, el pescado se ha convertido en un importante producto para conseguir la seguridad alimentaria. Sin embargo, los esfuerzos de la comunidad nacional e internacional para asegurar la pesca sostenible se ven amenazados por actividades pesqueras ilegales, no declaradas y no reglamentadas.
El exceso de la pesca no solo reduce la existencia de especies, sean o no objeto de pesca, sino que también causa un fuerte impactos en el ecosistema marino. Más aun, una mala administración sumada a esta actividad le hace perder a la industria pesquera miles de millones de dólares de ingresos potenciales.
Hace algunos años era común ocuparse por lo urgente y dejar lo fundamental en un segundo plano. Lo paradójico, es que en no pocas ocasiones lo urgente es evitable con solo tomar decisiones y ejecutar políticas que impidan generar el problema; con ello se podría dedicar el tiempo necesario para atender lo importante. Pero esa posibilidad rara vez ha sido seguida en nuestra política argentina, es más que evidente que en este país son muchas las cuestiones importantes, que, por ser ubicadas en un segundo plano, no se tratan ni se enfrentan con la fuerza y solidez que se necesitan. Una de esas, que ocurre desde hace años y ocasiona enormes pérdidas económicas y ambientales, es lo referente a la pesca ilegal que llevan adelante varios países en nuestras aguas continentales. La mayoría de los buques involucrados en la pesca ilegal es de origen chino y esa actividad genera miles de millones de dólares de pérdidas.
El país pierde entre 2.000 millones y 3.600 millones de dólares por capturas de pesca ilegal por año. Pero no solo se trata de un problema económico: se estima que esa actividad representa una grave amenaza a los ecosistemas marinos. Por eso, se reclama desde hace años que se tomen medidas para impedir que esto no continúe. Sin embargo, poco y nada se hace al respecto.
El daño ambiental no distingue millas. Lo que pasa en la 201 incidirá en el Mar Argentino. Jurídicamente no se le puede decir ilegal allí, pero ambientalmente es una pesca altamente destructiva
¿Qué sanción le cabe a un buque que pesca ilegalmente en mar local? Una sanción sólo de carácter administrativo: una multa de dinero, que va de los 500 mil litros a los 3 millones de litros de gasoil, de acuerdo con la gravedad del delito, con un piso de $ 25 millones y un techo de $ 150 millones.
La gestión de la pesca es la actividad de proteger los recursos pesqueros, por lo que es posible una explotación sostenible, aprovechando la ciencia de la pesca e incluyendo el principio de precaución. La gestión moderna de la pesca suele denominarse un sistema gubernamental de reglas de gestión apropiadas basadas en objetivos definidos y una combinación de medios de gestión para implementar las reglas, que se implementan mediante un sistema de control de monitoreo y vigilancia.
Para ello, necesitamos avanzar en mejoras en el conocimiento de los recursos pesqueros, así como también en la gobernanza y en los sistemas de control, promoviendo en todos los casos una participación activa y responsable del sector industrial para desarrollar prácticas más amigables que disminuyen el impacto de la pesca sobre los ecosistemas. Este es un proceso de cambio cultural incorporando valores y prácticas más responsables.
El mar argentino es uno de los ambientes más ricos y productivos del planeta, y cumple un gran número de funciones vitales para el bienestar de las personas y de su variada biodiversidad. Comprende más de un millón de kilómetros cuadrados de aguas templado frías, junto con 5.000 km de costa. Posee una de las plataformas más extensas del mundo, con abundancia de nutrientes, que son el sostén alimentario de una importante vida marina.
Es muy importante avanzar en la creación de santuarios marinos en los océanos que han sido destruidos. Cerrar grandes porciones de los océanos a las industrias extractivas para permitir que se recupere la flora, la fauna y el funcionamiento de los ecosistemas marinos.
*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).