Por Oscar Dinova – El martes 17 de octubre, a las tres de la tarde, entre mates y bizcochitos, nos acercamos con nuestros libros al hermoso Hogar, orgullo de los mercedinos, para encontrarnos con “jóvenes mayores” que tenían todas las intenciones de divertirse, aprender y recordar añejas y propias travesuras.
En el acogedor marco que es el salón de recepción del Hogar, sus muebles y biblioteca, las historias y anécdotas fueron llegando. Así, hizo su presencia la tierna e inefable vecina de infancia, Doña Anita Balmas. De su mano, fueron llegando las primeras “diabluras”…
Como la vez que alguien quiso entrar sin permiso a comerse las ciruelas del fondo, los escobazos, los gritos y los ladridos de Negrita que alertaron del atropello. No faltó, por supuesto, el vecino que pedía el número del perro en la quiniela, ¡¡para jugarle vióó!!
Risas al por mayor.
Y entonces hicimos lugar para Negrita, -La perra de mil años- para recordarnos que todos tuvimos una mascota. Una que nos hizo muy felices, cuando los pies corrían ligeros y los días no tenían nombre ni fecha. Pero como ellos viven siempre en nuestros corazones, acá está Negrita otra vez para decirnos como jugaba a los cowboys «atacando» a nuestro tío, o nos escondíamos juntos, cuando era la hora del baño. ¡Qué lío!
Y otra vez la risa para borrar toda huella de tristeza.
Entre cuentos y narraciones, algunos trucos y consejos para que una parte del auditorio vaya a contar sus propias historias, allá donde los convoquen. Entonaciones de voz, silencios oportunos, gestos, convocatoria a participar y algunas cosas más. Fue una clase viva, contagiante, con excelentes alumnos…
Y como premio a tan linda tarde dejamos, en donación, ejemplares de Una Perra de Mil Años. ¡Bravo!
Gracias a Vicky Odell, de Dirección de Adultos por su apoyo, a Naty Montoya –y su grupo de Mayores CuentaCuentos- por la convocatoria, a Dolores con el Taller de Tecnología, y a todo el personal del Villa Abrille por su compañía y atenciones.
Un regraaaciaaas a todos los residentes por su simpatía, buena onda y portarse como los chicos que fueron (y son todavía).
Iremos próximamente a otros Hogares donde nuestros mayores son queridos y atendidos como se merecen. ¡Vayan poniendo el agua para el mate!
Seguiremos haciendo Travesuras y Literatura.
* Oscar Dinova, escritor-narrador