El gobernador Axel Kicillof inició su segundo mandato y efectuó el tradicional discurso antes la asamblea legislativa e invitados de todos los espacios políticos e institucionales. Efectuó un repaso por los principales desafíos que se vienen, los compromisos asumidos y lo que se efectuó en la provincia y que le permitió ser reelecto por un gran margen de votos.
El discurso completo es el siguiente:
Sobra decir que estoy muy emocionado. Sabemos que nos tocó transitar cuatro años
extremadamente difíciles, en los que atravesamos sucesos inesperados e inéditos, algunos
de ellos enormemente dolorosos. Sin embargo, hoy estamos acá: firmes como siempre y
resueltos a seguir adelante.
Quiero empezar agradeciendo: primero a todos los bonaerenses, hayan votado como hayan
votado, agradecerles por esta nueva responsabilidad con la que el pueblo me distinguió.
Sepan que mi compromiso es seguir gobernando para todos, sin distinción.
Quiero agradecer también a todos los Ministros que me acompañaron en estos años
complejos, que trabajaron con compromiso, reconstruyendo en cada área a un Estado
provincial que había sido desmantelado. En esa tierra arrasada que recibimos, hace
exactamente cuatro años, sembraron y cosecharon. Quiero agradecer además a los
funcionarios que se suman en esta nueva etapa para ponerle el cuerpo a los desafíos que
nos esperan. Dijimos que iba a ser un gabinete militante, eso fue y eso va a seguir siendo.
Quiero saludar, agradecer y felicitar a los 135 intendentes electos de nuestra Provincia de
Buenos Aires, a los de nuestro espacio y a los de la oposición, por estar siempre cerca de
sus representados.
Quiero agradecer a todos los aquí presentes, a los legisladores, miembros del Poder
Judicial de la Provincia, representantes de las diferentes Iglesias, a los legisladores
nacionales, representantes sindicales y a nuestros dirigentes de organizaciones, partidos,
agrupaciones y de movimientos sociales.
Agradezco especialmente también, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Pero muy en especial agradezco la presencia de una persona a la que admiro mucho, dos
veces presidenta y hasta anteayer vicepresidenta de la Nación: gracias Cristina por venir,
gracias por estar.
Finalmente, déjenme agradecer el amor de mi familia, gracias Soledad, León, Andy, a mis
hermanos, a mi mamá, al resto de mi familia y, por último, siempre a mis amigos.
Este nuevo comienzo es posible gracias al acompañamiento y al respaldo del pueblo de la
Provincia de Buenos Aires, de los y las bonaerenses. Cualquier reelección obliga a un
agradecimiento profundo y especial porque, en esos casos el pueblo decide NO apostar a
lo desconocido, sino que se inclina por continuar en un camino que ya está señalizado.
Pero mucho mayor es nuestro agradecimiento en esta ocasión ya que esta reelección se
produce en circunstancias de extendido malestar social, circunstancias en las que muchos
oficialismos fueron derrotados. Si aún así nos eligieron creo que se debe fundamentalmente
a dos causas: se valoró lo que realizamos en condiciones muy complejas pero, sobre todo,
se volvió a elegir a este gobierno sabiendo que al votarnos, no se vota una continuidad
mecánica, sino que se vota para proseguir con la transformación de la Provincia. No nos
eligieron para seguir haciendo lo mismo ni para dedicarnos simplemente al mantenimiento
de lo hecho; nos eligieron para seguir transformando. Ese es el contrato electoral que
vamos a honrar los próximos cuatro años. Durante la campaña lo dijimos muy claro: no
pedimos el voto sólo por lo hecho; pedimos el voto también por todo lo que falta.
Sabemos que estamos ahora mismo ingresando en un escenario muy particular. Es uno de
los pocos episodios en la historia de nuestra democracia en que fuerzas políticas tan
distintas van a gobernar la nación y la provincia de Buenos Aires. Esto no es producto del
azar ni menos todavía de un experimento, sino que es resultado de lo más sagrado que
tiene la democracia: la voluntad popular.
En la provincia de Buenos Aires nuestra fuerza política consiguió la mayoría de los votos en
las tres elecciones: las PASO, las elecciones generales y finalmente el ballotage. En
octubre fuimos elegidos para continuar en la gobernación, con una contundente diferencia
de casi 20 puntos. Los bonaerenses respaldaron así lo que se hizo, respaldaron las nuevas
escuelas, los nuevos centros de salud, respaldaron la obra pública, la gestión en seguridad,
y lo realizado en cada una de las áreas de gobierno. Salieron a defender con su voto, lo que
habíamos logrado.
Gracias a ese amplio respaldo pudimos recuperar, como fuerza y como proyecto político, 16
municipios para alcanzar un total de 84. La provincia de Buenos Aires se pintó de celeste.
Ganamos el gobierno local en Azul, Bahía Blanca, Lanús, Olavarría, Patagones, Salliqueló,
Brandsen, Coronel Rosales, Bragado, Ramallo, Suipacha, Dolores, Chacabuco, Rivadavia,
Tres Arroyos y ni más ni menos que el de la capital de la Provincia que será también la
capital de este proyecto de desarrollo provincial, la ciudad de La Plata. Semejantes
resultados, a contramano de todos los pronósticos, son el producto de mucho trabajo de un
gobierno y, sobre todo, de muchísimo compromiso y militancia de nuestra fuerza política.
Son también el resultado de gobernar de manera transparente, cerca de la gente, con las
prioridades bien claras y para el pueblo de la provincia.
Durante estos cuatro años, nuestra provincia atravesó muchas dificultades. Reconocemos
que falta todavía mucho para asegurarle a la mayoría una vida digna, en paz, con menos
miedo e incertidumbre. Por todo eso, tomo esta reelección con emoción pero sin exitismo.
Estamos obligados a decirlo: pese a todas las dificultades, los bonaerenses evaluaron que
lo que falta en materia de vivienda, de educación, de salud, de infraestructura no se
consigue ni con motosierra ni con ajuste. Respaldaron lo que se hizo pero sobre todo los
bonaerenses dijeron que no sobran derechos, que no sobra Estado; exactamente al revés:
hacen falta más derechos, hace falta más y mejor Estado.
Ahora bien, sabemos que nada de eso se consigue sin recursos. En este tiempo se
escucharon barbaridades tan inexactas como injustas con relación a los recursos que
recibe la provincia de Buenos Aires. Me detengo sobre este punto porque sin un diagnóstico
preciso y honesto, resulta imposible encontrar soluciones. Lo cierto, lo verdadero, es que
nuestra Provincia de Buenos Aires es, de lejos, la que menos recursos gastó por habitante
el año pasado, y no lo digo con orgullo sino, al revés, como un reclamo en nombre de los
bonaerenses que representamos y defendemos. Nuestra provincia es además la segunda
que menos trabajadores estatales tiene cada 1.000 habitantes, que es la forma en que debe
medirse este indicador. El origen de esta desventaja comparativa, que limita las
posibilidades de brindar servicios públicos de calidad, obedece a una causa principal: la
provincia de Buenos Aires es la que, proporcionalmente, menos recursos recibe de la
coparticipación. Más allá del compromiso solidario que nuestra provincia tiene con las
restantes provincias, esta situación constituye una enorme injusticia: aportamos casi el 40%
de la coparticipación y recibimos poco más del 20%. Es así que nuestra Provincia de
Buenos Aires, es la que más aporta al producto y al valor agregado nacional, la que recibió
y recibe la mayor parte de las corrientes migratorias, la que tiene enormes deudas sociales,
habitacionales, de infraestructura, que hay que reconocer y reparar.
Suele decirse, con razón, que en la Provincia faltan escuelas, falta asfalto, faltan hospitales,
faltan autopistas y faltan trenes, falta tanto… Pero lo que no se dice, es que lo que sin duda
falta en la Provincia son buena parte de los recursos que produce y aporta al sistema de
coparticipación. Con semejante desproporción entre lo que producimos y aportamos y lo
que recibimos, es imposible dar respuestas adecuadas. Hago una invitación a todos los
partidos políticos representados en este ámbito legislativo: lo que nos toca como
generación de dirigentes bonaerenses es recuperar los recursos que le fueron quitados a
nuestra provincia.
¿Cuál es hoy el cuadro político actual en el país y en la provincia? A nivel nacional, las
elecciones las ganó una orientación que no es la nuestra, ganaron otras ideas y otras
políticas, lo cual nos coloca en una situación contradictoria. Estamos, por un lado, felices y
orgullosos por el reconocimiento popular a nuestra tarea y por el contundente respaldo que
se recibió. Pero lo cierto es que no tenemos que gobernar solo para una fuerza provincial, ni
soy el gobernador de una isla, soy gobernador de casi el 40% de los argentinos cuya
calidad de vida depende en mucho de lo que haga o deje de hacer el Gobierno Nacional.
Sin embargo, la realidad es que a nivel nacional, se perdió una elección. Seguramente
vendrán debates donde surgirán diferentes lecturas sobre lo ocurrido. Quiero compartir una
primera opinión sobre el resultado electoral: creo que se lograron muchos avances, pero
creo también que faltó más rebeldía, faltó más justicia social, faltó más distribución de la
riqueza, faltó más igualdad.
En 2019, estábamos inmersos en el fracaso estrepitoso del gobierno de Macri, aplastados
por el inmenso y ruinoso endeudamiento que tomó y condicionados también por la vuelta
del FMI. Se votó al Frente de Todos para recuperar el salario, el trabajo, la producción y
para reducir una inflación muy alta que había dejado Macri. Se pudo hacer mucho en
materia de actividad, producción y trabajo, se ampliaron derechos civiles, pero cuatro años
después la inflación siguió creciendo y alcanzó niveles angustiantes; los ingresos no se
recuperaron, y esto impide condiciones para una vida cotidiana tranquila, sin tanta
incertidumbre. Aún en situaciones muy excepcionales y desfavorables como la pandemia, la
guerra o la sequía, sin dudas no pudimos dar respuesta como fuerza política a estas
necesidades y esa es indudablemente una de las causas del resultado electoral.
Pero la voluntad popular no es un misterio ni un enigma, es siempre una voluntad de
progreso, de bienestar y de dignidad. Por no haber hecho posible esa aspiración, no se
pudo conseguir la reelección en el Gobierno Nacional pero por esa misma razón en sentido
inverso, Néstor y Cristina consiguieron en su momento dos reelecciones en primera vuelta:
por gobernar de manera audaz implementando políticas que le mejoraron sustancialmente
la calidad de vida al pueblo. Aquellos doce años maravillosos no deben ser fuente de
nostalgia o melancolía, deben ser convertidos en un manual sobre cómo gobernar con
coraje y amor a la patria en favor de las mayorías.
Vuelvo sobre el presente, sobre este nuevo punto de partida. La sociedad argentina eligió
un nuevo presidente, Javier Milei, cuyas ideas y propuestas no compartimos. Pero, en
democracia, el pueblo y sólo el pueblo es el que manda. Por eso, corresponde en primer
lugar respetar la esperanza de los millones de argentinos que lo eligieron a la espera de un
tiempo mejor.
Sin embargo, no les voy a mentir, en mi opinión, las propuestas de la fuerza que ganó no
conducen ni a una mejor sociedad ni a una mejor economía. Así y todo, deseo con
honestidad, y sin ninguna duda, que las cosas salgan bien. Nos tocará convivir con un
Gobierno Nacional cuyas prioridades no comparto, pero cuya legitimidad popular
respetamos.
En varios aspectos, la propuesta del partido que ganó está en las antípodas de nuestra
manera de ver la vida, el mundo, de entender la política y la economía nacional. Sin
embargo, como dijimos, respetamos profundamente la voluntad popular de los argentinos.
Pedimos también, de la misma manera, que se respete la voluntad de la mayoría de los
bonaerenses que respaldaron masivamente un proyecto de desarrollo, inclusión, defensa
de derechos que es el que llevaremos adelante en la Provincia de Buenos Aires.
Aceptar una derrota exige obviamente revisar lo que se hizo pero de ninguna manera exige
renunciar a los principios que guían a nuestro gobierno. En este sentido, quiero reiterar
nuestra convicción de que la justicia social no es una aberración, de que la educación y la
salud públicas son derechos que no se tocan, de que las Malvinas son innegociablemente
argentinas, de que genocidio Nunca Más. En ese marco, quiero reiterar cuáles seguirán
siendo los lineamientos de nuestro proyecto en los próximos cuatro años: un gobierno para
el pueblo, un Estado presente y una sociedad solidaria. Les aseguro a los bonaerenses: el
proyecto de provincia que eligieron sigue en pie y seguirá avanzando sin claudicaciones.
Como dijo Perón “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el
pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.
Por eso, como gobernador reelecto de la Provincia más grande del país, pido al nuevo
gobierno nacional que asuma este nuevo rol que la sociedad le asignó con responsabilidad
y patriotismo. La sociedad no votó venganzas ni sacrificios, la sociedad aspira a un tiempo
de recuperación que les tocará liderar.
Tengan la certeza de que la mayoría de los argentinos no eligió la caída de los salarios, la
destrucción de la producción y el empleo, de la industria nacional, y menos todavía el
perdón a los genocidas o la privatización de la educación y la salud pública. Escuché estos
días decir a varios funcionarios que esta es la primera vez que la sociedad vota
mayoritariamente por un ajuste. Pero recuerdo también que durante toda la campaña
electoral se sostuvo que el ajuste no iba a recaer en las espaldas del pueblo, es decir, de
los trabajadores, de los maestros, de los jóvenes, de las pymes, de los pequeños
productores, de los científicos, de los artistas, de los más humildes y necesitados. Espero
que el nuevo oficialismo nacional no tome su legítimo triunfo electoral como un respaldo a
ese tipo de medidas.
Pese a todo el esfuerzo protector que pongamos, el mayor o menor bienestar
socioeconómico que experimenten los argentinos será en gran medida responsabilidad del
gobierno nacional. Aún con un gobierno de signo opuesto, jamás buscaremos salvarnos
solos. La provincia promoverá la cooperación con el gobierno nacional, con el gobierno
vecino de la ciudad de Buenos Aires y también, y cada vez más, con los restantes
gobiernos provinciales.
Como expresamos siempre, para nosotros, la mejor manera de defender al Estado y de
defender los derechos es gestionar para cumplirlos, la mejor manera de defender nuestras
banderas es haciéndolas realidad efectiva, tangible y cotidiana. Falta mucho, pero por ese
camino vamos. Durante estos cuatro años, el Estado presente no fue una entelequia, sino
que se mostró en todas las áreas. El Estado no desplazó al mercado, sino que se hizo
responsable de aquellas necesidades que sin Estado no tienen, no encuentran ninguna
respuesta.
Nuestro gobierno inauguró 206 escuelas y entregó 170.000 computadoras con el Conectar
Igualdad Bonaerense para los estudiantes secundarios. Estos pibes no podían comprarlas,
entonces ¿no tenían derecho a esa herramienta esencial para su futuro? ¿Si nosotros no
les dábamos esas computadoras, se las iban a dar empresas como Apple, Google o
Microsoft?
Hace pocos días inauguramos un jardín en Barrio Lindo, Almirante Brown. Esos chicos y
chicas no tienen recursos para pagar un privado, que ni siquiera existe en el barrio. Si el
Estado no lo hace, no lo hace nadie. Y a los fanáticos del cálculo de costo y beneficio les
pregunto: ¿cuánto cuesta un chico que no accede a la escuela? Si Sarmiento y Roca se
levantaran a explicar que no es una cuestión de cálculo sino que la escuela pública,
obligatoria y gratuita es una herramienta para que nuestro país tenga futuro.
Nuestro gobierno hizo posible que 300.000 pibes y pibas disfrutaran de su viaje de fin de
curso. No, no podían pagarlo. Entonces, ¿no tenían derecho a disfrutar? ¿Se lo tenían que
contar sus amigos o tenían que ver por las redes cómo sólo 1 de cada 4 podía hacerlo?
¿Es un regalo? ¿o es un reconocimiento por el esfuerzo de terminar los estudios? ¿Algunos
lo merecen y otros no, según el grosor de su billetera? Libertad para hacerlo tenían todos,
pero sólo unos pocos tenían los recursos. A mí me parece muy claro: sin igualdad de
oportunidades, la famosa libertad es una estafa.
En los vacunatorios se aplicaron más de 45 millones de vacunas contra el covid. ¿Quién las
hubiera aplicado sin un Estado presente? ¿O acaso Pfizer, los productores de vacunas,
hacen plata regalandolas?
En la Provincia, abrimos 156 centros de atención primaria en barrios y pueblos, y
entregamos 301 nuevas ambulancias de última tecnología que sumamos al sistema público
de salud. Son ambulancias que salvan vidas sin pedir nada a cambio. En nuestra provincia
nadie le prohíbe al sector privado vender servicios de salud, el tema es que no todos
pueden pagarlos y así como no hay rentabilidad en buena parte de la provincia, en casi 100
de 135 municipios el único prestador es el Estado. De nuevo, no van no porque esté
prohibido. No van porque no es negocio. Si no está el Estado, la única libertad que tienen
las familias es la de enfermarse y no recibir atención médica.
En la Provincia, 2 millones de familias reciben el programa MESA, el módulo de seguridad
alimentaria en las escuelas. ¿Cuál es la propuesta alternativa? ¿Cortarlo? ¿Que pasen
hambre los que lo reciben porque son pobres y no les alcanza?
En la Provincia, tenemos 4.500 nuevos patrulleros y 16 nuevas bases policiales, que se
hicieron con inversión pública. Si hay menos inversión pública habrá entonces menos
seguridad. La seguridad privada existe, pero es una ínfima porción la que puede pagarla.
En la Provincia, el Banco Provincia le dio crédito subsidiado a casi 1 millón y medio de
Pymes y hoy más de 8 millones de bonaerenses usan la cuenta DNI todos los días. Es una
aplicación modelo, premiada, desarrollada por el Estado. Primera billetera digital de la
República Argentina. Nadie le prohibió ni le impide a los bancos privados dar estos
beneficios, pero seguramente, y no está mal, privilegian un negocio más rentable.
En el interior de la provincia construimos viviendas, cloacas, red de agua potable,
reparamos 4.500 km de caminos rurales, abrimos 23 centros universitarios del programa
Puentes. Nadie le impidió tampoco al sector privado hacerlo. Pero todo esto ¿es un negocio
o es un derecho? Para que las familias no tengan que mudarse de sus pueblos porque les
falta todo, entonces, debe actuar un Estado que planifique y que invierta. El mercado
siempre pudo hacerlo, pero como no les da rédito, no lo hizo. Para eso, en la Provincia, hay
un Estado presente.
Podríamos seguir, pero vamos a las conclusiones: dijimos ya que la Provincia de Buenos
Aires es la que tiene el Estado más pequeño en relación a su tamaño entre todas las
demás, tanto en términos de trabajadores como de gastos. Es cierto también que tenemos
necesidades de todo tipo. A la luz de algunas advertencias expresadas en campaña, me
pregunto: ¿cuál es la idea? ¿ahogar a la provincia de Buenos Aires sacándole los recursos
que recibe, que ya son insuficientes? Ni a ésta, ni a las demás provincias: sin federalismo,
no hay patria. Así otras ideas fueron rectificadas, espero también que algunas de las ideas
esbozadas en materia de distribución de recursos sean revisadas. Tampoco queremos que
la provincia de Buenos Aires reciba el proporcional a lo que produce. Somos una provincia
solidaria. Lo fuimos siempre, lo seguiremos siendo. Lo que no queremos es quedarnos sin
los recursos que nos corresponden.
Respetamos, por supuesto, y como dijimos tantas veces, la voluntad popular que eligió un
gobierno de otra orientación, pero es importante enfatizar que la provincia de Buenos Aires
es una provincia con una identidad forjada en la producción y en el trabajo. Somos la cuna y
el hogar de las pymes, de los productores agropecuarios y de la industria nacional.
Necesitamos más y mejor salud, más y mejor educación pública, más y mejor
infraestructura, necesitamos seguir protegiendo todas nuestras actividades productivas, que
dan trabajo y desarrollo. El mandato que tenemos es defender lo que se consiguió y seguir
trabajando por lo que falta. No esperamos que el gobierno nacional comparta plenamente
estas prioridades, pero sí que las respete y que las acompañe.
Antes de terminar, quiero recordar que las elecciones de este año fueron muy especiales
para todos. Este año cumplimos 40 años de democracia sin interrupciones. Más allá de las
deudas pendientes, esa democracia es un logro colectivo que seguimos construyendo
todos los días. Ahora bien, durante la campaña escuchamos declaraciones muy
inquietantes. Algunos dirigentes y su caja de resonancia en redes sociales negaron los
30.000 desaparecidos, distintos candidatos negaron la desigualdad de género, negaron el
calentamiento global, se escucharon cuestionamientos al carácter público y gratuito de la
educación y salud, del sistema universitario, científico y tecnológico. Además, se atacó y
estigmatizó a las dos identidades políticas más importantes de nuestra democracia: el
peronismo y el radicalismo. Semejantes discursos generaron un pesado clima de conflicto y
estigmatización durante este último tiempo. Celebro algunos gestos pacificadores que tuvo
estos últimos días el nuevo Presidente, pero expreso mi enérgico repudio para cualquier
discurso que estimule el odio y el rencor entre argentinos. Los discursos del odio
históricamente, siempre, conducen a la violencia y a la persecución. A 40 años de
democracia, sigamos eligiendo debatir y resolver nuestros desacuerdos en paz.
Conviene, para terminar, resaltar algunas de nuestras convicciones más profundas: La
dignidad no es un negocio. Los derechos no se miden por las ganancias económicas. La
solidaridad no es ni cálculo ni transacción. La libertad sólo es posible si hay igualdad. La
vida no es un mercado y la patria… la patria no se vende.
Ayer el Arzobispo de Buenos Aires, García Cuerva, expresó de manera muy elocuente y
oportuna una idea que me gustaría repetir: «No hay libertad sin amor. La dimensión social
es fundamental y nos permite mirar al bien común y no solo al interés privado». Discutamos
los planes económicos, discutamos el rol del Estado, discutamos todo pero por favor no
discutamos las bases de sustentación de nuestra sociedad: la soberanía, la solidaridad y la
certeza de que formamos parte de un colectivo, de que compartimos un destino común.
Para finalizar, déjenme volver al principio, al origen: En 2019, decíamos en campaña que lo
importante no es llegar, sino cómo llegás y para qué llegás. Ahora que ya demostramos
para qué llegamos, diría que lo importante no es seguir sino para qué seguir. Entonces…
¿Para qué seguir?
Para seguir transformando.
Para seguir adelante, para seguir trabajando por el derecho al futuro de todos y todas las
bonaerenses. ¡Muchas gracias provincia Buenos Aires! ¡Mucha fuerza!