Por Cristián Frers – El cambio climático constituye la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta la humanidad. Especialista expresan que este problema es el aumento de temperatura exacerbada sobre toda la superficie de la Tierra que viene produciendo a través de los años y que es consecuencia de distintas actividades humanas que afectan el ambiente tales como la deforestación o la sobreexplotación de los suelos y…
Aseguraron que el calentamiento global se convertirá en un motivo de preocupación cada vez mayor, al explicar que se espera que el 2024 sea el año más caluroso jamás registrado, con una temperatura media anual mundial que supere por primera vez el umbral de 1,5 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.
La temperatura media del aire en superficie alcanzo los 14,98 grados centígrados el año pasado, superando los 0,17 grados centígrados del año 2016, que ostentaba hasta ahora el record del año mas cálido. Tras las condiciones record del 2023 revelaron que las temperaturas medias anuales en la superficie del planeta en el 2024 podrían superar a las del periodo anterior, y seguirán aumentando en los años siguientes.
Este panorama se mantendría mientras continúen las emisiones de gases de efecto invernadero. Las estimaciones son que la temperatura media anual de la superficie del planeta en 2024 será entre 1,43 y 1,69 grados centígrados. Esto ha hecho que la acción para frenar este fenómeno haya sido insuficiente. Tanto es así, que los pronósticos actuales ya nos sitúan en un punto sin retorno en algunos aspectos del calentamiento global.
¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático? ¿Qué nos deparará el futuro si no actuamos?
Acontecimientos como sequías, olas de calor e inundaciones cada vez son más habituales y sus efectos más violentos. Es una de las consecuencias más evidentes del cambio climático.
El calor acumulado en la atmósfera afecta a la violencia de los procesos meteorológicos. Más fuertes serán los tornados tropicales, más rápido se evaporarán los océanos, esto hará que el agua extra se condense y caiga con más frecuencia en forma de lluvias intensas.
Mientras, en el interior la tierra se volverá más árida, esto favorecerá las diferencias de presión que provocan el desarrollo de los vientos, apareciendo más a menudo vientos turbulentos, tornados y fuertes temporales.
Es muy probable el agravamiento en la escasez de agua en muchas regiones del mundo, la modificación de la productividad agrícola y el aumento del riesgo de hambrunas en determinadas poblaciones.
En Argentina, para las provincias del norte se prevé mayor estrés hídrico por el aumento de las temperaturas, en las provincias del noreste ya se ha identificado una alta frecuencia de precipitaciones extremas e inundaciones, así como el retroceso de caudales medios de los ríos de la cuenca del Plata. Mientras que para Mendoza y San Juan se avizora una potencial crisis de agua, en la Cordillera de los Andes ya se viene asistiendo a un retroceso de los glaciales.
El primer paso para resolver una crisis no es evaluar la situación en su conjunto ni tomar medidas inmediatas. El primer paso es reconocer que estamos viviendo una crisis. No hemos llegado a eso, no somos conscientes de que nos encontramos en una emergencia climática.
Nuestra cultura estima la comodidad, alienta la acumulación y nos oculta el verdadero costo de nuestros estilos de vida, ignorando el hecho de que las peores consecuencias la sufrirán los animales no humanos y las personas de las generaciones que van a venir. Demasiados consumen demasiado. Derrochan demasiado. Tienen demasiado y, les importa demasiado poco.
A pesar de este sombrío panorama, los expertos aún dejan una puerta abierta al optimismo. Conocemos los posibles escenarios climáticos que se abren en los próximos cien años. Ahora es el momento de tomar medidas que cambien el curso del planeta y ofrezcan un futuro sostenible para todos. Acciones que consigan reducir las emisiones, limitar el acenso de las temperaturas y con ello mitigar los efectos del cambio climático.
Este fenómeno climático es una realidad que enfrentamos, pero no todo está perdido. Si no cambiamos nuestro rumbo y simplemente nos detenemos a observar que nuestra localidad, nuestra provincia, nuestro país o nuestro planeta colapse, seremos más odiados que ninguna otra generación que haya existido. Podrán observar que teníamos información más que suficiente para comprender los problemas que hemos provocado y verán con igual claridad que fallamos para salvar a la Naturaleza. Y nos odiaran por eso porque habremos cambiado nuestro confort por su futuro. Tenemos las herramientas y la tecnología para mitigar su impacto y hacerle frente… Hagámoslo!!!
Cristián Frers – Técnico Superior en Gestion Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista),