Las energías renovables… ¿Para cuándo?

Por Cristián Frers* – Se denomina energías renovables a aquellas fuentes energéticas basadas en la utilización del sol, el viento, el agua o la biomasa vegetal o animal, entre otras. Se caracterizan por no utilizar combustibles fósiles, como sucede con las energías convencionales, sino recursos capaces de renovarse ilimitadamente. Su impacto ambiental es de menor magnitud dado que además de no emplear recursos finitos, no generan contaminantes. Sus beneficios van desde la diversificación de la matriz energética del país hasta el fomento a la industria nacional; y desde el desarrollo de las economías regionales hasta el impulso al turismo.

Aunque se está produciendo un cambio en el sistema energético, su ritmo es demasiado lento para no superar el aumento del 1,5 grado centígrado. Detrás de este retraso se encuentran principalmente los intereses de un oligopolio energético con otros negocios sucios que retrasan la inversión en las energías limpias y cuya presión de lobby sobre el sistema económico, político y social queda patente a través de puertas giratorios que no conducen a ningún sitio.

Para que la transformación del modelo energético ocurra a la velocidad necesaria es imprescindible que millones de personas participen en ella produciendo, intercambiando, almacenando y gestionando energías renovables, tanto en forma individual como colectiva. Es hora de activarnos como ciudadanía, empresas y gobierno y acelerar los cambios en un escalón que necesita el planeta.

Este año será una montaña rusa para las energías renovables, lo que planteara preguntas importantes sobre si se pueden lograr los objetivos de cero emisiones netas descriptos en el Acuerdo de Paris. Los problemas de la cadena de suministro y la maduración de industrias nacientes están en juego.

El desafío que tiene por delante Argentina para continuar avanzando con una mayor participación del sector de las renovables en la matriz energética es enorme.

Mientras las formas de producción, distribución y comercialización colectiva de energía renovable en manos de la ciudadanía emergen como una tendencia clave en el sector renovable en muchos países, las personas que quieren producir energía en este país se han enfrentado a continuas barreras económicas.

Es importante destacar que el sector renovable hoy es más competitivo que las convencionales, dada la evolución de la tecnología y los excelentes recursos eólicos y solares que se encuentran en el país. Es una gran oportunidad, pero tenemos un gran cuello de botella que atenta contra el crecimiento de las energías limpias y tiene que ver con la falta de capacidad de transporte.

Son necesarias muchas obras de infraestructura, sobre todo en las líneas de transmisión que permitan que la enorme demanda de energías renovables pueda ser alcanzada por la oferta. Por eso es importante que, más allá de los distintos desafíos que presenta el cambio de matriz energética nacional, se pueda continuar trabajando a nivel nacional en acceso a financiamiento y soluciones concretas para la expansión del sistema de transmisión.

Desde la implementación de leyes en 2015 y 2016, las energías renovables han contribuido a la transición energética. Sin embargo, es esencial extender los objetivos de la Ley 27.191 al menos al 30% para 2030, cumpliendo con el Acuerdo de París. 

Más allá de las barreras tecnológicas o económicas, una de las claves para el éxito de la transición energética residirá en el compromiso social. Es necesario que la ciudadanía perciba que este cambio se lleva a cabo de forma justa y beneficiosa.

No obstante, esto solo será posible mediante fórmulas de gobernanza transparentes y participativas. De ahí la trascendencia de reforzar la cooperación público-privada para impulsar la inversión conjunta, pero también para diseñar políticas y crear soluciones que antepongan el interés común.

Con todo, los consumidores, cada vez mejor organizados en comunidades locales, tendrán más voz y voto en decisiones tan relevantes como el desarrollo de infraestructuras de transporte y distribución de electricidad o la implantación de renovables y tecnologías asociadas.

Solo así, involucrando a la sociedad civil de principio a fin, se logrará trasladar los beneficios de un nuevo modelo distributivo de generación y consumo. 

*Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).

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