La situación sanitaria en el mundo producto de la expansión del COVID-19, obligó a todos los seres humanos a reformularse profundamente y adecuar sus vidas a una situación extraordinaria. Una situación que obligó a las personas a quedarse en sus casas, a reinventarse, a buscar alternativas a la vida que conocía.
En Mercedes, así como en todo el país, desde el 20 de marzo del 2020 está vigente el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Producto del decreto nacional, los comercios y emprendimientos considerados no esenciales debieron cerrar sus puertas. La cuarentena se amplió y a la necesidad personal de reinventarse se le sumó la necesidad económica de reactivar las actividades. Pasados algunos días, en la ciudad, algunos comercios pudieron reabrir sus puertas al público. Pero la adecuación a una “nueva normalidad” vino para quedarse por un largo tiempo.
Esta reactivación, búsqueda de alternativas, reformulación y reinvención fueron retratados por la fotógrafa mercedina Camila Pulido. Lo que inició como un proyecto documental para fin de curso, derivó en un informe fotográfico local que refleje cómo los comerciantes mercedinos se adecuaron a la cuarentena y a esta “nueva normalidad” impuesta por la necesidad y las nuevas costumbres.
“Pensando en el proyecto final, en cuarentena, no sabía qué hacer. Al ser socia de la Cámara Económica conocí cómo los comerciantes estaban viviendo esta etapa, las dificultades que tenían, y pensé en retratar todo el proceso para adaptarse en esta cuarentena. Ellos me contaron los cambios que hicieron a partir de los protocolos y fuí ideando las fotos que representen estas modificaciones. Además, mostrar cómo se afectó la relación con el cliente. No nos acostumbramos aún, pero tenemos que manejarnos con barbijo y en un futuro será re loco recordar esto. Quise retratar este cambio actual y ver qué pasó”, contó Camila Pulido a la hora de resumir la idea de un proyecto fotográfico que podrá verse a continuación.
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Los tiempos en época de pandemia cambian. La ciudad, las costumbres, la relación de los comercios con los clientes y de profesionales con los pacientes, deben reinventarse. Claudia y Carolina abrieron el CEIM con el fin de cumplir un sueño compartido. “Construimos esto poco a poco. Este año arrancamos con muchísimos proyectos. Desde el primer día de cuarentena estamos cerrados”, cuentan en un espacio vacío de dos pisos. El Centro Integral Mercedes, un espacio de enseñanza, de aprendizaje, de capacitación, un espacio de encuentros, de convenciones, de talleres, abrió hace cuatro años. Hoy sus clases con virtuales. Los cursos, los que pueden darse, se dan online a través de una plataforma propia. Se completan con actividades online por las redes sociales del CEIM. “Teníamos en la agenda de este año encuentros y conferencias en el auditorio, clases y sesiones de yoga y masajes, taichi, grafología y criminalística. Algunas cosas se dictan de manera virtual, otras no pudieron iniciar”, cuentan Claudia y Carolina. “Para poder costear los gastos, tuvimos que hacer rifas, llamar a los alumnos y arreglar el cobro de las clases virtuales. No todas las clases se pueden seguir dando online. Muchas necesitan ser presenciales. Pudimos pagar sólo la mitad del alquiler, así que debemos hablar con el dueño para llegar a un acuerdo, sino lamentablemente tendremos que entregar la llave”. Nadia, de Puntos Cardinales, reformuló su forma de vender. Del cara a cara dando consejos sobre estilos, colores y combinaciones de ropa, hizo hincapié en las redes sociales y la venta online. Con su hija Zoe, crean nuevos contenidos. Ellas mismas son las modelos de la ropa que traen para su comercio. “Lleva mucho tiempo crear el contenido para redes. Elegimos qué colores poner juntos, qué estampas, cómo fotografiarlas y demás. Modelo yo la ropa porque mis clientes prefieren ver cómo me queda la ropa puesta, mientras Zoe me saca foto”, cuenta Nadia. “Lo primero que hago cuando llega la ropa es plancharla y desinfectarla al mismo tiempo, me compré una plancha a vapor hace años y hoy la estoy usando más que nunca. Le pongo sanitizante al agua y con eso desinfecto toda la ropa que me ingresa”, destaca la dueña de Puntos Cardinales. “Ahora abro varios días. Esos días ando más a las corridas. Desinfecto el lugar, tengo más cuidado, mientras atiendo la tienda online, actualizo el stock, los clientes retiran pedidos, algunas quieren probarse la ropa. Trabajo mucho más que antes”, resalta Nadia. “Antes de la cuarentena sólo hacia campañas fotográficas en las redes, hoy el panorama es distinto. Capaz son las 11 de la noche de un domingo y estoy respondiendo mensajes. Me cuesta más dividir los horarios. Siento que hay mucha competencia y debo dar la mejor atención a mi cliente”. La empresa familiar Ludmarc distribuye alimentos a comedores escolares, empresas e instituciones. Hoy la mayoría de sus clientes están cerrados por el aislamiento obligatorio, por lo tanto se enfocaron a la venta al consumidor final. “Nosotros hace años tenemos una página web. Las instituciones podían ver quiénes éramos y tener presencia en internet. Luego añadimos la tienda online pero en 3 años, hicimos una venta. Pensamos muchas veces en darla de baja. Cuando decretaron la cuarentena tuvimos tres ventas online en un solo día”, explica Natalia Facciolo. “Nos centramos en las redes y en la atención online y telefónica donde ayudamos a las personas mayores a realizar sus compras. Las ventas online se dispararon como nunca. Tuvimos que añadir muchos productos al catálogo porque no los vendíamos. Además, nuestros clientes nos los demandan y los traemos”. Las publicaciones en facebook e instagram les permite llegar a una mayor cantidad de público. Los clientes pueden ver las ofertas y luego concretar la comprar en el website con la oportunidad de elegir entre la entrega a domicilio o el retiro en la distribuidora. “El volumen de venta es menor. No es lo mismo venderle a las instituciones que al consumidor final. Necesitamos muchas más ventas para igualar la ganancia pero por ahora podemos pagar los sueldos y nos está yendo mejor de lo que esperábamos”, agrega Natalia. Paula y Samanta Arretche, abrieron Giro Didáctico para que niños y niñas puedan recorrer y tomar los juguetes que más les guste. Hoy, el espacio está reducido, la venta se hace online y solo adultos pueden ingresar con las medidas socio-sanitarias establecidas. “Nosotras ya vendíamos online por redes sociales pero la mayoría de nuestras ventas eran en el local. Ahora estamos desarrollando una tienda online, para simplificar la elección de los juguetes”. “Cuando atendemos consultas por nuestras redes sociales mandamos fotos y asesoramos al cliente y de ser necesario, para mayor comodidad y por la variedad de productos que tenemos, hacemos videollamada mostrando juguetes. Eso lo hacemos sobretodo cuando alguien quiere regalar un juguete y no sabe qué elegir o qué opciones hay para niños”. Los padres van días y horarios establecidos para retirar los juguetes para sus hijos. Previamente, a través de la comunicación online, desde Giro Didáctico van orientando y asesorando de los productos ideales para sus hijos. “Los productos que más se han vendido son rompecabezas, juegos de mesa, didácticos y masas. Los niños pasan mucho tiempo en sus casas y los padres están buscando opciones para que se entretengan y también para que aprendan jugando”. Ni Fu Ni Fa proyectó un año nuevo en nuevo local, más amplio, con nuevos artículos. En el proceso de mudanza e inversión los encontró la cuarentena y “retrasó todo los planes”. No podían contratar pintores ni albañiles, por lo tanto Nerina y Pablo pusieron manos a la obra. “En enero dudábamos si invertir en el nuevo local y dejar el que actualmente teníamos. Queríamos más espacio, más comodidad para visitar la tienda. Nos decidimos a principios de marzo y luego comenzó la cuarentena. Fue muy difícil porque llegué a pagar 3 alquileres, el de este local y el otro que eran dos locales unidos”. Con más paciencia de la habitual, Nerina y Pablo pintaron, decoraron y se mudaron al nuevo local. Intercalan con la venta en la tienda online. “Al mismo tiempo que diseñábamos y hacíamos el local, fui haciendo la tienda online, cargando el stock. Fue mucho trabajo, tenemos muchos artículos, muchos colores, era demasiado para cargar, llevó tiempo pero lo valió”, cuenta Nerina. La apertura en días y horarios determinados hizo que los clientes retiren sus compras en el local. Por lo tanto, debió reforzar las medidas socio sanitarias. “Tenía el alcohol en el mostrador pero al ingresar no todos lo usaban, así que ordené un aparato que permite con el pie pisar la palanca y dispensa el alcohol. No sólo evitamos el contacto de manos sobre el mismo objeto sino que todos cuando lo ven lo usan antes de ingresar”. “Tomamos esta etapa de cambio, como total. Ya no somos sólo regalería, vendemos objetos tentadores, cambiamos el logo de la marca y diseñamos nuevas bolsas de tela, pero lamentablemente no hay proveedor porque todos destinan la friselina a la producción de barbijos”, explicó Nerina. Emilia Fernández cumplió su sueño de abrir De Mil Amoles el año pasado. Los artículos de librería serían las estrellas con el inicio de clases. Primero la suspensión de clases presenciales y luego el aislamiento obligatorio que la obligó a cerrar a ella también, El gran local por el cual se podía ver los diferentes productos, vio su acceso restringido. Emilia atiende desde la puerta a los clientes que llevan artículos para dibujar, lápices, lapiceras, fibras, y sobre fotocopias para los trabajos para las escuelas. La cuarentena, el cierre de escuelas para clases presenciales, durante casi tres meses, la obligó a Emilia guardar los repuestos escolares, las agenda 2020, los modelos nuevos de mochilas, y de carpetas que había sumado a su stock al inicio de año para una temporada escolar que se vio truncada. “Vendemos y tomamos pedidos en redes sociales. Tenemos Instagram y Facebook por donde pueden contactarnos, hacer pedidos, ver lo que tenemos y consultarnos horarios y días de atención. Publicamos cuando hay stock, juguetes nuevos y artículos de librería”, cuenta Emilia. Son pocos los clientes que pueden acceder al local. Uno por vez, ingresa para pagar las cuentas, facturas y servicios en el sistema rapipago. Un servicio que Emilia sumó a partir de la cuarentena Licenciada en Nutrición, Micaela Blanco, también debió adaptar su forma de trabajo. Con protección para ella y el paciente, extrema los cuidados permanente. Previo al permiso de atención presencial en consultorios privados, la nutricionista continuó con el seguimiento de sus pacientes de manera online. Una aplicación especial para médicos, le permitió continuar con la atención en el cuidado de la salud de sus pacientes. “El 60% de mis pacientes accedió a retomar la atención presencial cuando se permitió en la administración de la cuarentena. Mientras que el 40%, prefirió mantener las consultas online”, cuenta Micaela. Con la cuarentena dejaron de tener secretaria en el centro de médico en el que atiende. Los pacientes deben presentarse con turno previo. Cada cuarenta minutos puede ingresar el paciente, con desinfecciones completas entre los turnos. La atención presencial con los pacientes requiere de una distancia superior al metro y medio. “Algunos pacientes terminaron abandonando los controles, pero otros se fueron sumando a partir de los concejos que daba por las redes sociales y algunas charlas en vivo que dí por esos medios”, agrega la Nutricionista. Fotografías: Camila Pulido Textos: TeCleArte
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